• Primera lectura. Is 1, 10.16-20: “Si saben obedecer, comerán de los frutos de la tierra”.
  • Salmo Responsorial. 49, 8-9.16bc-17.21 y 23
  • R/. Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios”.
  • Evangelio. Mt 23, 1-12: “El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”.

Color: MORADO

Día de los misericordiosos

De los Grandes Santos de la Cuaresma, no pueden faltar las mujeres. Entre ellas, las Mártires Felicidad y Perpetua. La segunda noble, la primera esclava o sierva. Ambas madres de bebés. Por supuesto casadas. Perpetua era catecúmena, preparándose para recibir los Tres Misterios de la Iniciación Cristiana.

Le tocó juntas tortura y decapitación ante la plebe acostumbrada y manipulada a base de espectáculos grotescos e inhumanos, placeres bajos e aplastados por la falta de instrucción básica condenados a ser verdaderos ignorantes. Antes de pasar a la Gloria, ambas profesaron la Fe Católica junto a sus compañeros de mazmorra y de penurias en grado sumo. Intercambiaron ambas antes el abrazo, el Signo de la Paz. Sus asesinos las convirtieron en Sacrificio Vivo y Aceptable a imagen de Cristo Eucaristía.

Ellas estuvieron, junto a la Gracia de Dios, capacitadas, instruidas, formadas, pues el Catecumenado Clásico de la Iglesia enseña la conducta correcta de la mujer virtuosa cristiana en su modo de comportarse sin vociferar o dirigirse confianzuda e irrespetuosamente a los hombres, de vestir recatadamente sin ropas ajustadas o reveladoras, menos aún insinuadora a los hombres. La mujer temerosa de Dios no bailaba públicamente, mucho menos enfrentar a un Consagrado Pastor. Y en sanos y privados ambientes, únicamente con su esposo. 

Menos aún participaban en centros de recreación mundanal o de doble vida de corrupción y expendio de alcohol, sustancias propias de bacanales, y propiciar la ocasión de actos pecaminosos, costumbre de espacios no cristianos. Así era para la Iglesia de Cartago y del mundo antiguo aquello que hicieron vida las Santas Perpetua y Felicidad, Mártires de Virtud y Sangre. Es la mujer bautizada, que comulga, la hija, la hermana, la esposa, la madre, la viuda, la que marca la pauta, la conducta decente, la buena educación al interactuar y la moral en la familia, en la Iglesia y en la sociedad. Por todo esto, ella la mujer virtuosa salvará a su esposo, a su familia y llevará a la sociedad a los pies del Santísimo Sacramento precedido por la Santa Confesión para el perdón de nuestros pecados.

Hoy en día, las mujeres que asisten a las instancias de la Iglesia, ¿reflejan la dignidad y de la vocación de hijas de Dios y de la Santa Iglesia Católica, y se forman en la verdadera feminidad? Por todas las mujeres ofrecemos esta Santa Misa. ¡María, Reina de los Santos Mártires! ruegan por nosotros!

En Jesús, José y María

Evangelizar según el Magisterio de la Iglesia

P. Manuel Garcíaepam45@gmail.com

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