Lunes, 25 de marzo del 2024
Color: MORADO
- Primera Lectura. Is 42, 1-7: “Miren a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, en quien me complazco”.
- Salmo Responsorial: Jeremías 31, 10.11-12ab.13: “El Señor nos guardará como un pastor a su rebaño”.
- Evangelio. Jn 12, 1-12: “María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera”.
“La devoción sincera y la entrega generosa son las respuestas apropiadas a la misericordia y el amor desbordante de Dios”
Hoy, al meditar sobre las lecturas de la Palabra de Dios, contemplamos la figura del Siervo del Señor, revelada por el Profeta Isaías (Isaías 42,1-7), y somos testigos del amor y la devoción sincera en el Evangelio según San Juan (Juan 12,1-11). Estas lecturas nos invitan a reflexionar sobre la naturaleza del servicio, la entrega y la adoración que deben caracterizar nuestra respuesta al llamado de Dios.
Comencemos con el pasaje de Isaías, donde se nos presenta la figura del Siervo elegido por Dios. Este Siervo, con la delicadeza de quien no quebranta una caña cascada y con la paciencia de quien no apaga la mecha humeante, manifiesta la ternura y el cuidado divino. Su misión es llevar a cabo la justicia en la tierra, guiando a los ciegos, liberando a los cautivos y proclamando la luz a los que están en tinieblas. En este retrato, reconocemos a Jesucristo como el Siervo perfecto que cumplió esta misión en su ministerio terrenal.
Pasamos luego al Evangelio según San Juan, donde se nos presenta el hermoso relato del ungüento derramado sobre Jesús por María, hermana de Lázaro. Este acto de profunda devoción y amor refleja la comprensión intuitiva de María sobre la misión única de Jesús. El perfume caro derramado sobre los pies de Jesús es un gesto de entrega total y adoración. Aunque Judas Iscariote cuestiona la aparente extravagancia del acto, Jesús elogia a María, resaltando que ella ha anticipado su sepultura.
Estos dos pasajes convergen en la idea del servicio desinteresado y la adoración genuina. Jesús, el Siervo del Señor, es ungido para cumplir su misión de redención y reconciliación. María, reconociendo la importancia de la obra de Cristo, se entrega a Él con un gesto de adoración. Ambos testimonios nos desafían a considerar cómo respondemos al llamado de Dios en nuestras vidas.
En esta Cuaresma, estamos llamados a imitar la actitud de María, reconociendo la grandeza de la obra salvadora de Jesucristo. Al igual que ella, debemos ofrecer nuestros dones y talentos al servicio del Señor, sin reservas ni cálculos egoístas. La devoción sincera y la entrega generosa son las respuestas apropiadas a la misericordia y el amor desbordante de Dios.
Que estas lecturas nos inspiren a renovar nuestro compromiso con el servicio humilde y la adoración sincera, reconociendo en Jesucristo al Siervo del Señor que nos guía hacia la luz de la vida eterna. Que, al seguir sus pasos, podamos ser canales de su gracia y amor en el mundo.
(Guía Litúrgica)