Color: MORADO.  IV Semana del Salterio

  • Primera Lectura. Ex 32, 7-14: “Multiplicaré su descendencia como las estrellas del cielo”.
  • Salmo Responsorial: Salmo Responsorial: 105, 19-20.21-22.23: “Acuérdate de nosotros, por amor a tu pueblo”.
  • Evangelio. Jn 5, 31-47: “Hay otro que da testimonio sobre mí, y sé que es válido el testimonio que da de mí”.

El Antiguo Testamento nos va revelando el rostro misericordioso y perdonador de nuestro Dios. En este pasaje del Éxodo vemos cómo el Señor, “ayudado” por la intercesión de Moisés, es capaz de perdonar el pecado idolátrico de su pueblo, un “pueblo de dura cerviz”, que se olvida rápidamente los grandes favores que le había dispensado el Señor, empezando por sacarle de la esclavitud de Egipto. “El Señor se arrepintió de la amenaza que había pronunciado contra su pueblo”.

Cuando llega Jesús, el corazón perdonador de nuestro Dios se manifiesta. Es como el Padre que sale todos los días a ver si vuelve a casa su despistado hijo menor. Cuando le ve venir, corre hacia él, le abraza, le cubre de besos, le perdona su desvarío y le sigue invitando al banquete de su amor. Y también recuerda con cariño a su hijo mayor: “todo lo mío es tuyo”. Por si fuera poco, tenemos un intercesor, un abogado más poderoso que Moisés, a Jesucristo: “Hijitos míos, les escribo esto para que no pequen. Pero si alguno peca, tenemos un abogado ante el Padre, a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados”. ¡Mejor abogado no podemos encontrar!

¿Quién puede testificar de Jesús, (de) que todo lo que dice es verdad, (de) que es el Hijo de Dios, el Mesías? En el texto para hoy, Jesús habla de varios que pueden testificar a favor suyo. Empieza por Juan: “Tras de mí viene uno más fuerte que yo, ante quien no soy digno de soltarle la correa de sus sandalias”. Sigue otro testimonio mayor que el de Juan: “las obras que el Padre me ha concedido realizar; esas obras que hago dan testimonio sobre mí; que el Padre me ha envidado”. Un nuevo testimonio son las Escrituras, que hablan de Él.

Otro testimonio de más calado: “El Padre que me envió, él mismo ha dado testimonio de mí”. La obra más deslumbrante del Padre a favor de Jesús fue su resurrección. Al tercer día le resucitó dando testimonio (de) que está siempre con Él, (de) que le ha salvado de la muerte. Con tal testimonio nos podemos fiar de Jesús, de todo lo que dice, de todo lo que hace, de sus promesas. Todo ello es verdad y conduce a la vida.

(Guía Litúrgica)

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