Moniciones: I Domingo.  Tiempo de Cuaresma. Ciclo B

Color: MORADO.  4ta. Semana del Salterio

  • Primera Lectura. Is 58, 1-9a: “Entonces nacerá una luz como la aurora, en seguida te brotará la carne sana; te abrirá camino la justicia, detrás irá la gloria del Señor”.
  • Salmo Responsorial: 50, 3-4.5-6a.18-19: «Un corazón quebrantado y humillado, tú, Dios mío, no lo desprecias”.
  • Evangelio. Mt 9, 14-15: “Llegará un día en que se lleven al novio y entonces ayunarán”.

Queridos hermanos en la presencia de nuestro Señor Jesucristo que nos invita a hacer nuestra la práctica del ayuno, reciban la bendición de parte de Dios.

El ayuno, hoy un tema olvidado o menospreciado en muchos ambientes, nos ayuda a hacernos conscientes de nuestras propias actitudes de desenfreno. Con el ayuno le decimos a nuestro cuerpo que podemos ir más allá de las necesidades primarias. Pero lo esencial del ayuno es la apertura que nos brinda para hacernos solidarios en las necesidades del prójimo

Entonces nacerá una luz como la aurora, en seguida te brotará la carne sana; te abrirá camino la justicia, detrás irá la gloria del Señor.

A Dios le agradan los sacrificios redentores que generan vida a su paso, y en esto se deben convertir nuestros ayunos: espacios de transformación.

El que preside: Haciendo memoria del ofrecimiento de Cristo por cada uno de nosotros, sintámonos invitados a participar con verdadera fe en el sacrificio eucarístico.  Pidamos a Dios Padre un corazón recto y purificado de toda hipocresía y acerquémonos a Él diciendo: “Purifica nuestro corazón señor”.

-Por todas las comunidades eclesiales: que en este tiempo de Cuaresma el corazón de los fieles esté dispuesto para un auténtico camino de conversión. Roguemos al Señor.

-Por la paz del mundo: que cada uno de nosotros ayune De todas formas de soberbia y sea portador de paz en el ámbito en el que vive. Roguemos al Señor.

-Por todas las personas que están solas, por aquellos que no le encuentran sentido a su vida y albergan deseos de muerte: para que cada una de sus heridas y sufrimientos sean aliviados por la consolación de Dios. Roguemos al Señor.

-Por todos nosotros aquí presentes: para que nuestro ayuno cuaresmal nos lleve a gestos concretos de compartir con los pobres y desamparados. Roguemos al Señor.

El que preside: Acoge, Dios, Padre bueno, nuestras súplicas y purifica nuestro corazón de toda maldad e hipocresía.  Conviértelos a ti y a tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.  Amén.

Gregoria Mejía Hilario/greymhilario@gmail.com

“Creo, Jesús mío, que estás presente en el Santísimo Sacramento del Altar; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que vuelva jamás a abandonarte”.

(San Alfonso María de Ligorio).

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