Color: MORADO.  I Semana del Salterio

  • Primera Lectura. Gn 17, 3-9: “Seré tu Dios y el de tus descendientes futuros”.
  • Salmo Responsorial: 104,4-5.6-7.8-9: “El Señor se acuerda de su alianza eternamente”.
  • Evangelio. Jn 8, 51-59: “Les aseguro: quien guarda mi palabra no sabrá lo que es morir para siempre”.

Amados hermanos, Dios nos ofrece la gracia del Espíritu Santo que nos acompaña en nuestro caminar de fe.

El pasaje del Génesis nos hace testigos de la alianza que Dios establece con Abrahán.

Este pacto es un testimonio del amor incondicional de Dios hacia su pueblo, un amor que trasciende el tiempo y abraza a todas las generaciones.

Al llegar al Evangelio según San Juan, encontramos a Jesús proclamando su divinidad de una manera que desafía la comprensión humana.

Dios se revela a sí mismo como «Dios Todopoderoso» y sella una alianza eterna con Abrahán y su descendencia.

Jesús afirma: «Les aseguro que antes que naciera Abrahán existo yo.» Jesús está declarando su existencia eterna y su identidad divina.

El que preside: Presentemos al Señor nuestras oraciones, las inquietudes de la Iglesia, las preocupaciones de la humanidad entera.  Con confianza digamos: “En tu fidelidad escúchanos, Señor”.

1.- Por la Iglesia, para que, renovada por el don de la conversión de este tiempo de Cuaresma encuentre un nuevo impulso en el anuncio de la verdad, a menudo incómoda, del Evangelio. Roguemos al Señor.

2.- Por el Papa.  Que como, Abraham, sepa también creer y confiar en la fidelidad de Dios y pueda transmitir con sus palabras y su ejemplo la alegría y la luz que brotan de la fe. Roguemos al Señor

3.- Por los prófugos, los extranjeros, los inmigrantes, para que encuentren apoyo y acogida en los lugares que los reciben.  Que se ponga pronto fin a la estrechez, a la Pobreza y a la violencia que obligan a tantas personas a abandonar su tierra. Roguemos al Señor.

4.- Por todas las personas que no conocen el amor de Dios por los que se obstinan en su desconfianza, por los que rechazan la alianza del Señor de la vida.  Que el Espíritu Santo enardezca su corazón y ponga a su lado personas buenas que, con sencillez, los acompañen al encuentro con Dios. Roguemos al Señor.

El que preside: Padre, que eres fiel a tus promesas y a la alianza de bien que sellaste con nuestros padres, renueva tu dulzura y firmeza hacia nosotros, tu pueblo que con confianza te ha dirigido estas oraciones.  Tú que vives y amas Por los siglos de los siglos.  Amén.

Lervidiana Castro Hernández/lervidianacastrohernandez1976@gmail.com

“Creo, Jesús mío, que estás presente en el Santísimo Sacramento del Altar; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que vuelva jamás a abandonarte”.

(San Alfonso María de Ligorio).

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