• Primera lectura: Hch 5, 12-16: El Resucitado se manifiesta en sus testigos.
  • Salmo Responsorial: 117: Éste es el día en que actuó el Señor.
  • Segunda lectura: Ap 1, 9-13.17-19: No temas… Yo soy el que vive.
  • Evangelio: Jn 20, 19-31: Así como el Padre me envió, los envío yo a ustedes..

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Hermanos en Cristo muy buenos días, (tardes noches): Hoy celebramos el segundo domingo de Pascua, fiesta de la Divina Misericordia. Tiempo de paz y de fe. Cristo nos da un Espíritu que nos trae paz, amor y alegría. Con la inspiración del Espíritu, la Iglesia primitiva continuó la misión de Cristo. Ahora nosotros tenemos la responsabilidad de formar una comunidad cristiana unida en su amor. La Eucaristía es signo de unidad. Empecemos nuestra acción de gracias cantando con entusiasmo.

En la primera lectura, tomada del libro de los hechos de los Apóstoles, el autor nos describe las actividades de san Pedro y el crecimiento de la Iglesia primitiva. San Lucas subraya cómo el Espíritu Santo actuaba en los Apóstoles y nos da una descripción de la primera comunidad cristiana. Ellos dieron testimonio apostólico sobre la resurrección y vivieron juntos en comunidad. Escuchemos atentamente.

En su visión, san Juan, contempla a Jesucristo como sacerdote y como rey universal. Esta lectura nos da a entender que la vida cristiana tiene sentido cuando está dirigida con Cristo, por Cristo y hacia Cristo.  Escuchemos para que sepamos orientar nuestro diario quehacer.

El que preside: En el día en que celebramos la Divina misericordia del Señor, elevemos al Padre nuestra súplica confiada, pidiendo por la paz del mundo, la unidad y la concordia entre todos sus hijos.  Diremos: “Escúchanos, Señor, por tu gran misericordia”.

Por Iglesia para que el Espíritu Santo guie a los cardenales, que tienen la responsabilidad de elegir el sucesor de san Pedro. Roguemos al Señor.

Por la Iglesia, los obispos, sacerdotes y diáconos, para que con la presencia del Señor se fortalezcan en su servicio espiritual a todo el mundo. Roguemos al Señor.

Por los empleados del gobierno, para que realicen con alegría su responsabilidad de servicio al pueblo de Dios. Roguemos al Señor.

Por los que no creen en Dios, para que reciban el don de la fe. Roguemos al Señor.

Por los que se están preparando para recibir su Primera Comunión, para que crezcan en la fe y en el amor de Cristo. Roguemos al Señor.

Por nosotros aquí presentes, para que, con nuestro testimonio y apostolado, hagamos crecer nuestra comunidad. Roguemos al Señor.

El que preside: Padre, que nos redimiste con tu misericordia y nos envía a ser testigos de tu salvación, atiende nuestras súplicas, para que el mundo crea en Jesucristo, tu enviado y te glorifique.  Por Jesucristo, nuestro Señor.  Amén.

“Creo, Jesús mío, que estás presente en el Santísimo Sacramento del Altar; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que vuelva jamás a abandonarte”.

(San Alfonso María de Ligorio).

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