• Primera lectura: Sb 6, 12-16: La sabiduría sale a tu encuentro si la buscas.
  • Salmo Responsorial: 62, 2-8: Mi alma está sedienta de ti.
  • Segunda lectura: 1Tes 4, 13-18: Queremos que vivan animados por la esperanza.
  • Evangelio: Mt 25 ,1-13: Permanezcan en vela.

Color: VERDE

Por P. Wilkin Castillo, San Juan de la Maguana

Estamos casi finalizando el Tiempo Ordinario, ya estamos celebrando el Domingo Trigésimo segundo, es bueno recordar que estamos celebrando la semana vocacional, un espacio para ayudar a los jóvenes a que descubran su vocación y con ello que luchen por construir y edificar su felicidad en la vida, sea por medio de una vida consagrada, por medio del oficio de una profesión o en feliz unión matrimonial.   

Jesús en su Evangelio dijo a sus discípulos esta parábola: “Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo.” Si hacemos una mirada rápida del texto nos damos cuenta sin mucho esfuerzo que las diez doncellas tomaron todas sus lámparas como una herramienta necesaria y primordial para encontrarse con su esposo de noche.

 Cinco de estas doncellas eran necias y cinco eran sensatas. Sin embargo, el hagiógrafo o autor sagrado del texto establece una diferencia muy puntual y de mucho peso para el caso en cuestión, dice cinco eran necias y cinco eran sensatas. Por lo visto las necias estaban en desventaja con relación a las sensatas.

“Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas.” El ser necio en la vida no suma ni aporta nada a las personas que acuñan esta debilidad, pues estas cinco doncellas necias por su necedad y descuido llevaron las lámparas, pero vacías, sin aceite.

“El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.” Por el hecho de no tener ninguna seguridad sobre la llegada del esposo, era necesario que todas las doncellas llevaran con ellas las lámparas repletas y llenas de aceite para el momento del encendido.  

A medianoche se oyó una voz: “¡Que llega el esposo, salgan a recibirlo!” Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Un detalle el interes por ver al esposo era grande en estas doncellas, pero el sueño pudo más que ellas y se dejaron vencer por el mismo. Pero, así como todas se durmieron al escuchar la voz de alarma ante la llegada del esposo todas también se despertaron llenas de alegría e ilusión por la llegada del esposo.

Y las necias dijeron a las sensatas: “Dennos un poco de su aceite, que se nos apagan las lámparas.” Hasta en esta petición muestran la necedad estas doncellas, era necesario ir preparadas desde el inicio de su intención por recibir al esposo y no distraerse en nada más, ya que lo importante era recibir preparadas a su esposo.

Hoy pasa igual con nosotros y la vida cristiana, al querer encontrarnos con cristo el esposo por excelencia podemos ser necios y pensar y actuar como estas cinco doncellas y perder la oportunidad del encuentro y de salvación. Pero las sensatas contestaron: “Por si acaso no hay bastante para ustedes y nosotras, mejor es que vayan a la tienda y lo compren.”

En esta respuesta de las sensatas se dibuja y se describe su sensatez en la vida y en la manera de actuar de estas doncellas. Son visionarias, precavidas y prudentes, esa debe ser la actitud nuestra, ser cristianos que meditemos cada paso y cada acción en la vida con mucho tacto y siendo certeros en cuanto a las cosas de Dios se refiere y en lo que tiene que ver con su reino.

“Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta.” No es tiempo de comprar aceite, es tiempo de tener aceite almacenado, aceite de reserva, las lámparas llenas, los ojos abiertos y el corazón gozoso y el alma en espera, pues el esposo no tarda está ya a la puerta y no lo podemos hacerlo esperar.

Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: “Señor, señor, ábrenos.” Pero él respondió: “Yo les aseguro: no las conozco.” Por tanto, velen, porque no saben el día ni la hora. Luchemos y esforcémonos por prepararnos espiritualmente, para que cuando venga el esposo nos abra las puertas y no nos diga como les dijo a las cinco doncellas necias, les aseguro no las conozco.

XXXI Domingo. Tiempo Ordinario. Ciclo A

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