Domingo, 22 de octubre del 2023. I Semana del Salterio
- Primera lectura: Isaías 45,1.4-6: Yo soy el señor, y no hay otro.
- Salmo Responsorial: 95,1.3-5.7-10: Cántico a Dios, autor de maravillas.
- Segunda lectura: 1Tes 1,1-5b: Damos gracias a Dios por todos ustedes.
- Evangelio: Mt 22,15-21: Al César lo que es del César y devuelvan a Dios lo que es de Dios.
Color: VERDE
“EL ARTE DE LA PRUDENCIA”
Por P. Wilkin Castillo, San Juan de la Maguana
Estamos en el mes de octubre mes dedicado a las misiones y al rezo del Santo Rosario. Es bueno recordar que la Iglesia es por naturaleza y por mandato divino misionera, allí la Iglesia está llamada a crecer y hacer posible el fermento del Evangelio en los lugares más difíciles y lejanos. El rezo del Rosario por su parte nos recuerda que nuestra religión católica es una religión que goza de la presencia insustituible de María la Madre de Dios, ella con su amor maternal y confiado nos dice a todos: “hagan lo que Él les diga.”
En el Evangelio encontramos qué: “En aquel tiempo, se retiraron los fariseos y llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta.” La palabra retirarse denota por parte de los fariseos que primero se organizaron y se pusieron de acuerdo entre ellos para llevar a cabo su macabro plan en contra de Jesús.
Le enviaron unos discípulos, con unos partidarios de Herodes, y le dijeron: «Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad; sin que te importe nadie, porque no miras lo que la gente sea.» Esta manera de abordar el Maestro es sarcástica, es decir, cargada de ironía y no tiene ni la más mínima señal de sinceridad por parte de aquellos que se presentan ante su persona.
«Dinos, pues, qué opinas: ¿es licito pagar impuesto al César o no?» Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús: «Hipócritas, ¿por qué me tientan?» Jesús con gran rapidez se da cuenta de sus malas intenciones y descubre en la pregunta la manera dolosa de la misma, es por ello por lo que les dice: «Enséñenme la moneda del impuesto.» Le presentaron un denario. Él les preguntó: «¿De quién son esta cara y esta inscripción?» Le respondieron: «Del César.» Entonces les replicó: «Pues páguenle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.»
Me llama poderosamente la atención con la astucia y la sagacidad con que Jesús enfrenta la situación en cuestión, pues él pone de manera magistral cada cosa en su justo lugar. Jesús sin dejar de cumplir con el imperio y sus incomodos e injustos impuestos, invita a no rechazar el pago del impuesto al César por parte de los ciudadanos y en otro orden y más importante es no descuidar el compromiso asumido con Dios de darle a él lo que realmente le corresponde de nosotros.
No tenemos que ser demasiados inteligentes para saber y darnos cuenta que lo que a Dios le corresponde de nosotros es el sí total de nuestra vida, en otras palabras, darle a él alma, vida y corazón que le pertenecen y de esta manera no se contradice el impuesto ofrecido al César con aquellas cosas de mi vida que si les pertenecen a Dios exclusivamente.
Vamos a hacer el esfuerzo de cumplir con los compromisos sociales y de nación como ciudadanos comprometidos con nuestra patria, pero cumplamos primero con Dios y con todo lo que amerita y exige dicho cumplimiento.
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