Miércoles, 25 de octubre del 2023

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  • Primera Lectura. Rom6, 12.18: “El pecado ya no volverá a dominarlos, pues no viven ustedes bajo el régimen de la ley, sino bajo el régimen de la gracia”.
  • Salmo Responsorial. 123,1-3.4-6.7-8: “Nuestro auxilio es el nombre del Señor”.
  • Evangelio. Lc 12, 39-48: “Estén preparados, porque a la hora que menos piensen viene el Hijo del hombre”.

Nos ponemos en su presencia para que actúe en nuestras vidas

San Pablo escribe a una comunidad de personas que han vivido una vida llena de pecado, fuera de la gracia de Dios, y que luego de escuchar el Evangelio, han entregado su corazón a Jesucristo, Señor y salvador; y los invita a someterse a Aquél que les ha hecho libres del pecado.

En las palabras de Pablo, se destaca: primero, la advertencia de que “el pecado no siga dominando su cuerpo mortal”; de que sus “miembros” no sean “instrumentos de maldad” porque “si ustedes son esclavos del pecado, es para su propia muerte”. Pablo también invita a ponerse “al servicio de Dios”, a poner “también sus miembros a su servicio, como instrumentos de santidad”, porque “habiendo estado muertos Él les ha dado la vida”.

Pablo invita a escoger entre ser “esclavos del pecado… para su propia muerte” o ponerse al servicio de Dios, que nos da vida y santifica. Nos recuerda la invitación a la conversión de Deuteronomio 30,15ss.: “yo pongo hoy delante de ti la vida y el bien, la muerte y el mal… vida o muerte, bendición o maldición, escoge la vida”. La invitación que hace Pablo a los romanos, y hoy a nosotros, es dirigida a gente que vivió esclava del pecado, de sus malas inclinaciones, y han sido liberados por la sangre de Cristo.

Subrayemos la promesa del Dios fiel y verdadero (de) que “el pecado ya no volverá a dominarlos, pues… viven ustedes… bajo el régimen de la gracia”. Por eso, el salmista mira el mal que pudo haber sufrido (“nos habrían tragado vivos… nos habrían arrollado las aguas”), agradece a Dios por lo que ha hecho (“hemos salvado la vida… la trampa se rompió, y escapamos”) y reconoce que todo eso es por gracia de Dios (“nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra”).

El Evangelio nos habla del juicio de Dios, de la venida del Hijo del hombre. Es una palabra terrible para los que han escuchado su Palabra y no la viven, porque “el criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto a ponerlo por obra recibirá muchos azotes” y “a la hora que menos piensen viene el Hijo del hombre”. Pero, al mismo tiempo, es una palabra de esperanza para los que han creído su Palabra y le sirven fielmente, poniendo los dones que Dios les ha dado al servicio del pueblo de Dios, y especialmente de aquellos que Dios ha puesto bajo su cuidado. A esos, el Señor les llama “dichosos”.

Solo el Espíritu Santo nos permite esperar con gozo el día de la venida, amando al Padre Dios en Cristo, sirviéndole a Él y a los suyos. Nos ponemos en su presencia para que actúe en nuestras vidas. Amén.

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