Lunes, 17 de abril del 2023
- Primera Lectura. Hec 4, 23-31: “Al terminar la oración, tembló el lugar donde estaban reunidos; los llenó a todos el Espíritu Santo, y anunciaban con valentía la palabra de Dios”.
- Salmo Responsorial. 2, 1-3.4-6.7-9: “Dichosos los que se refugian en ti, Señor”.
- Evangelio. Jn 3, 1-8: “Te lo aseguro, el que no nazca de nuevo no puede ver el Reino de Dios”.
Color: BLANCO
“Jesús y Nicodemo dialogan durante la Pascua en Jerusalén”
Por el Sacramento del Bautismo, Jesús nos ha hecho nacer del agua y del Espíritu, nos convierte en sus discípulos. Nicodemo, miembro del sanedrín, dialoga con el Maestro Resucitado, al que ha de reconocer su autoridad, proclamarle como el Enviado del Padre. Pero le busca a escondidas, de noche, y por los signos o milagros que realizaba. Jesús le pide más: la adhesión total a su persona, a un hombre ya viejo y maestro de la ley. Solo así podrá entrar al Reino de Dios, o como le llama San Juan, un nuevo nacimiento. No de a ratos, no solo de libros o de unos cuantos ritos externos, sino del ser entero, engendrado de lo alto. Nicodemo tenía grandes dificultades para creer a pesar de ser maestro de Israel. Era inteligente, culto, de posición y a la vez sin ambiciones económicas desmedidas, incluso llevará 100 libras de perfume para el entierro de Jesús. De personalidad definida, no imitaba ni repetía slogans y panfletismos religiosos, sino hombre de honda y dedicada reflexión. A este miembro de la asamblea de los 70 ancianos o sanedrín le faltaba pasar de la noche oscura del alma a la Luz del discípulo humilde que ha renunciado a ser un maestro señorial. Jesús y Nicodemo dialogan durante la Pascua en Jerusalén. Jesús es más que los Profetas o un Rabí que hace signos. Es Dios mismo, único capaz de pronunciar el Amén, Amén (en verdad, en verdad), habla como Dios, único capaz de sacar a Nicodemo del malentendido social, político y religioso en que vivía. Dos de los tres cuestionamientos de este encuentro se han respondido Mañana en Misa el tercero. Si queremos la respuesta de salvación, del amor del Hijo único de Dios, no podemos faltar ni dejar de recibir la Brisa, el Viento de Dios, el Espíritu del Resucitado que se manifiesta en la Eucaristía.
En Jesús, José y María
Evangelizar según el Magisterio de la Iglesia
P. Manuel García: epam45@gmail.com
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