Color: MORADO.  I Semana del Salterio

  • Primera Lectura. Dn 3, 14-20.91-92.95: “Bendito sea el Dios de Sidrac, Misac y Abdénago, que envió un ángel a salvar a sus siervos, que, confiando en él”.
  • Salmo Responsorial: Daniel 3,52.53.54.55.56: “A ti gloria y alabanza por los siglos”.
  • Evangelio. Jn 8, 31-42: “Si se mantienen en mi palabra, serán de verdad discípulos míos; conocerán la verdad, y la verdad los hará libres”.

Hermanos míos muy buenos días/tardes o noches.

El Libro de Daniel nos presenta la historia de Sadrac, Misac y Abdénago, quienes se enfrentaron a la difícil decisión de obedecer al rey Nabucodonosor o mantener su lealtad al Dios de Israel.

En el Evangelio según San Juan, Jesús nos dice: «Si se mantienen fieles a mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos; conocerán la verdad y la verdad los hará libres». La fidelidad a la palabra de Cristo nos da la fortaleza para resistir las tentaciones y las presiones del mundo que nos rodea.

El pasaje de la primera lectura nos mueve a reflexionar sobre la importancia de mantenernos fieles a nuestra fe, incluso en medio de las pruebas y persecuciones.

La palabra hoy nos inspira a ser testigos valientes de nuestra fe, a seguir el ejemplo de aquellos que, a lo largo de la historia, han defendido la verdad incluso en medio de la adversidad.

El que preside: A Dios Padre bondadoso elevemos nuestra súplica, como el hijo convertido y necesitado de perdón y amor.  Diremos: “Renuévanos padre a imagen de tu hijo”.

1.- Por la Iglesia, para que anuncie a los pueblos la reconciliación, cuando se prepara a celebrar las próximas fiestas de Pascua. Roguemos al Señor.

2.- Por los que ostentan el poder sobre la tierra, para que el perdón y la misericordia se impongan al Espíritu de egoísmo y venganza. Roguemos al Señor.

3.- Por todos los que sufren a causa de la violencia, la pobreza, la injusticia social y la marginación, para que se sientan acogidos en la Iglesia. Roguemos al Señor.

4.- Por nosotros, aquí reunidos, por nuestras familias, por nuestra comunidad para que seamos los mensajeros de Cristo. Roguemos al Señor.

El que preside: Que tú copiosa bendición, oh Dios, descienda sobre tus fieles, para que cuantos con corazón contrito y humillado Busca tu perdón, obtengan con abundancia los bienes de tu misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor.  Amén.

Lervidiana Castro Hernández/lervidianacastrohernandez1976@gmail.com

“Creo, Jesús mío, que estás presente en el Santísimo Sacramento del Altar; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que vuelva jamás a abandonarte”.

(San Alfonso María de Ligorio).

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