Moniciones: IV Domingo.  Tiempo de Cuaresma. Ciclo B

Color: MORADO.  III Semana del Salterio

  • Primera Lectura. Os 14, 2-10: “Yo curaré sus extravíos, los amaré sin que lo merezcan, mi cólera se apartará de ellos”.
  • Salmo Responsorial: 80, 6c-8a.8bc-9.10-11ab.14 y 17: “Yo soy el Señor, Dios tuyo: escucha mi voz”.
  • Evangelio. Mc 12, 14-34: “No estás lejos del Reino de los Cielos”.

Nos encontramos hoy en la parte final del libro de Oseas, en donde encontramos un mensaje más que sugerente: aún es posible la alegría porque el tiempo de la conversión sigue vigente.

Además, nos encontramos con el maestro de la ley que hace la pregunta y aprueba la respuesta del Maestro de Galilea, y eso que suponía una crítica frontal al templo y al culto que allí se exhibía. Por eso Jesús le reconoce estar cercano al reino de Dios. Jesús no nos ofrece un resumen de la ley, ni una simplificación digerible de los mandatos allí incluidos, sino el enfoque que da sentido a la vida de todo seguidor de Jesucristo.

No volveremos a llamar Dios a la obra de nuestras manos.

Es posible amar a Dios sobre todas ñas cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos y Dios nos lo recuerda diciéndonos: He quitado la carga de tus hombros y el pesado canasto de tus manos.

El que preside: Unidos y perseverantes en la oración, elevemos nuestra súplica a Dios fuente del amor.  Digamos: “Atráenos hacia ti, Señor”.

1.- Por la Iglesia que en esta Cuaresma dé testimonio del amor del Padre, acogiendo como propios los sufrimientos del prójimo. Roguemos al Señor.

2.- Por el Santo Padre y por todos los pastores de la Iglesia.  Que en escucha profunda de la Palabra que salva, tengan siempre la serenidad para llevar a todo hombre a conocer y amar a Dios. Roguemos al Señor.

3.- Por aquellos que tienen responsabilidades políticas y económicas.  Que sus pensamientos y sus proyectos estén inspirados en la justicia y la caridad. Roguemos al Señor.

4.- Por aquellos que están decepcionados de sí mismos y de otros por los errores cometidos por los agravios sufridos.  Que el amor del Señor convierta su corazón al perdón. Roguemos al Señor.

El que preside: Padre, escucha las oraciones que la Iglesia te dirige. Por Jesucristo nuestro, Señor.  Amén.

Lervidiana Castro Hernández/lervidianacastrohernandez1976@gmail.com

“Creo, Jesús mío, que estás presente en el Santísimo Sacramento del Altar; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que vuelva jamás a abandonarte”.

(San Alfonso María de Ligorio).

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