Color: VERDE (BLANCO/AZUL)

  • Primera Lectura. I Sam 17, 32-33.37.40-51: “Anda, úngelo, porque es éste”.
  • Salmo Responsorial: 143, 1.2.9-10: “Bendito el Señor, mi Roca”.
  • Evangelio. Mc 3, 1-6: “Jesús le dijo al que tenía la parálisis: «Levántate y ponte ahí en medio”.

La liturgia de la palabra nos invita a reconocer quién es el verdadero señor del sábado.

La fuerza de Dios nos energiza, motiva e impulsa a superar nuestras limitaciones. No siempre venceremos utilizando los medios tradicionales ni mediante las expectativas sociales. El amor vence cuando ayudamos a salvar, sanar, la vida de las personas con quienes interactuamos.

Cuando nos dejamos guiar por la fuerza del Espíritu, nos abrimos a recibir su fuerza en la oración, nos robustecemos con los sacramentos y todos los medios sanos que nos ofrece la vida.

La valentía del pequeño pastor no sucumbe ante las voces de la duda y deposita su confianza en la voz de su Señor. La fuerza de Dios nos energiza, motiva e impulsa a superar nuestras limitaciones.

Aquí, reunidos reconocerán que el Señor da la victoria sin necesidad de espadas ni lanzas.

El que preside: “El hombre ve la apariencia el señor ve el corazón”.  Con la certeza que Dios ve y conoce nuestras necesidades, nuestras esperanzas. nuestras preocupaciones, elevemos confiados nuestra oración y digamos:

“Escucha señor al pueblo que te invoca”. 

Por la paz entre las naciones, en los países, en las familias, entre nosotros. Que el Señor nos enseñe a dialogar con franqueza y caridad, como Él hacía con los que lo contradecían, para que toda relación sea siempre un camino abierto hacia la paz, la verdad y la justicia. Oremos.

Por los niños que aún hoy en muchas partes del mundo mueren a causa del hambre.  Que se alcancen pronto acuerdos que permitan distribuir equitativamente los bienes de la tierra y se ponga fin al escándalo de la divergencia entre países ricos y países pobres. Oremos.

Por los magistrados, los abogados, los jueces.  Para que en su difícil y seria labor no se queden en las apariencias, sino que sepan juzgar cada causa con profundidad y justicia. Oremos.

Por los formadores y los educadores en los seminarios y en los institutos de vida religiosa.  Que el Señor les conceda el espíritu de sabiduría y de discernimiento, para que sepan ver los corazones de aquellos a quienes ha llamado a seguir lo más de cerca. Oremos.

El que preside: Escucha, Señor, benignamente nuestras súplicas y concédenos lo que te pedimos confiados en tu bondad.  Por Jesucristo, nuestro Señor.  Amén.

Gregoria Mejía Hilario/greymhilario@gmail.com

“Creo, Jesús mío, que estás presente en el Santísimo Sacramento del Altar; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que vuelva jamás a abandonarte”

(San Alfonso María de Ligorio).

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