• Primera lectura. Hc 6,8-10; 7,54-60: “Señor Jesús, recibe mi espíritu”.
  • Salmo Responsorial: 30,3cd-4.6ab.7b.8a.17: “A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu”.
  • Evangelio. Mt 10,17-22: “Todos los odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará”.

Color: ROJO

Apreciados hermanos en Cristo que es nuestra alegría y esperanza, muy buenos días, tardes o noches.

Teniendo en cuenta el mensaje de Jesús: “el que quiera salvar su vida la perderá, pero el que pierda su vida por mí, la recuperará”.

El cristiano tiene que estar dispuesto a dar la vida por Jesús.

Esteban es el primer creyente en Jesús que da su vida por él.

Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios.

En su momento se les sugerirá lo que tienen que decir; no serán ustedes los que hablan, el Espíritu de su Padre hablará por ustedes.

El que preside: Celebrando el glorioso nacimiento de Cristo el señor oremos en la unidad del espíritu santo al padre que lo ha enviado para nuestra redención.  Aclamen conmigo: “Señor del tiempo y de la historia, escúchanos”.

  • Por la santa Iglesia de Dios, para que al celebrar las fiestas de Navidad, todos sus fieles renazcan a una vida de justicia, de libertad y de amor y de paz, roguemos al Señor.
  • Por la paz entre las naciones, para que no se olviden los estragos, la violencia, las guerras vividas, sino que sean enseñanza para aprender a establecer formas de gobierno capaz de proteger el bien supremo de la paz, roguemos al Señor.
  • Por todas las mujeres, para que reconozcan el bien precioso de su maternidad, sensibilidad y ternura, y ofrezcan con corazón alegre y generoso el servicio por el bien de la Iglesia y de la humanidad entera, roguemos al Señor.
  • Por quienes no tienen fe, para que la Luz, que se ha hecho carne, ilumine sus vidas y puedan dar testimonio de las obras buenas que Dios hace a favor de la humanidad, roguemos al Señor.
  • Por los que estamos aquí reunidos, para que, al celebrar el nacimiento de Cristo, renazcamos a una vida nueva de justicia, y santidad y podamos anunciarlo a los demás con palabras y obras, roguemos al Señor

El que preside: Te damos gracias, Padre celestial, por el don de tu Unigénito escucha; nuestras preses y ayúdanos a ser testigos importadores de su presencia en el mundo.  Por Jesucristo, nuestro señor.  Amén.

Gregoria Mejía Hilario/greymhilario@gmail.com

“Creo, Jesús mío, que estás presente en el Santísimo Sacramento del Altar; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que vuelva jamás a abandonarte”.

(San Alfonso María de Ligorio).

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