Domingo, 8 de septiembre de 2024. III Semana
- Primera lectura: Is 35,4-7a: ¡Valor! ¡No tengan miedo!
- Salmo Responsorial: 145: El Señor hace justicia a los oprimidos.
- Segunda lectura: St 2,1-5: No enturbien con discriminaciones la fe.
- Evangelio: Mc 7,31-37: ¡Todo lo ha hecho bien!.
Color: VERDE
“La unidad es un signo distintivo de la comunidad”
Nosotros los humanos hacemos divisiones, en ocasiones tratamos a la persona según esté vestido o uniformado. Esto no es de ahora: viene de lejos. El apóstol Santiago nos advierte sobre este particular, recordándonos que, actuar de esa manera es estar lejos del Evangelio, del querer de Jesús. El cristiano reconoce al otro como persona, hijo de Dios, hermanos unos de otros. Por lo tanto, no debe existir división alguna entre los hermanos. La unidad es un signo distintivo de la comunidad.
Cada uno tiene una misión por cumplir, misión que nos lleva a estar unidos a Jesús y por consiguiente entre nosotros. El accionar del cristiano está en la fortaleza que da la presencia de Jesús, pan de vida a su vida. El profeta anunciaba la llegada de unos tiempos nuevos donde el Mesías realizaría las acciones propias que devolverían al pueblo aquello que había perdido: la vista de contemplar y descubrir las maravillas de Dios, la capacidad de escuchar la Palabra de Dios y la fuerza para ir tras de Él. Tales acciones: devolver la vista, la audición y hacer que el tullido camine, se hacen realidad en Cristo Jesús.
El Evangelio nos lo presenta curando a uno que tenía dificulta para oír y hablar. Si nos ponemos delante de Él con humildad y fe, también a nosotros nos devolverá la facultad de oír y hablar de sus maravillas.
(Guía Litúrgica)
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