Memoria Obligatoria: San Pio X, Papa
Miércoles, 21 de agosto del 2024
Color: BLANCO
- Primera Lectura. Ez 34, 1-11: “¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos!”.
- Salmo Responsorial. 22, 1-3a.3b-4.5.6: “El Señor es mi pastor, nada me falta”
- Evangelio. Mt 20, 1-16a: “Vayan también ustedes a mi viña”.
“En el reino de Dios, todos encontraremos un trabajo que satisfará nuestras necesidades”
Este evangelio es el de los jornaleros y el propietario que los contrata. Esta parábola se encuentra únicamente en el Evangelio de Mateo. Había mucha necesidad en la viña y este señor pasó casi todo el día yendo por las calles y las plazas del pueblo buscando trabajadores. También ha invitado a los que buscó a última hora, a quienes nadie había llamado, quién sabe cómo podían sentirse, porque al final del día no habrían llevado a casa nada para dar de comer a los hijos. Esta parábola es un buen ejemplo para los responsables y agentes de la pastoral.
Si el dueño de la viña representa a Dios, este es un mensaje poderoso, que en el reino de Dios, los trabajadores desplazados y desempleados pueden encontrar un trabajo que cubra sus necesidades y las necesidades de los que dependen de ellos. Ya hemos visto a Jesús diciendo que “el obrero es digno de su alimento” (Mt 10,10).
La parábola es un mensaje de esperanza para todos los que luchan por encontrar un empleo adecuado. En el reino de Dios, todos encontraremos un trabajo que satisfará nuestras necesidades. Además, la parábola también es un reto para aquellos que están involucrados en determinar las estructuras del trabajo en la sociedad actual. ¿Los cristianos pueden hacer algo para potenciar este aspecto del reino de Dios en la actualidad? Claro que sí.
Es necesario ver cuánta necesidad hay en el mundo. No sólo en las misiones; también en nuestra ciudad, en nuestra parroquia, quizás también en nuestra propia familia. Porque a unos les falta el pan y a otros el alimento espiritual, que es la Palabra de Dios. ¡Qué importa la edad o los medios que tengamos! Cada uno tiene un llamado muy, muy concreto, que Dios le ha regalado, una misión insustituible, que nadie puede hacer por ti o por mí. ¿Cuál es la mía? Mi primera misión es la de ser cristiano, por algo estoy bautizado. Y un cristiano lo es en la medida que da testimonio de Cristo con su vida.
Dios nos sigue llamando y nos invita a no envidiar, sino compartir los dones que hemos recibido para el bien y la edificación de nuestra Iglesia.
(Guía Litúrgica)
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