(En República Dominicana se celebra este día por disposición de la Conferencia Episcopal)

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  • Primera Lectura. Jr 31, 31-34: “Miren que llegan días –oráculo del Señor– en que haré con la casa de Israel y la casa de Judá una alianza nueva”.
  • Salmo Responsorial. 50, 12-13.14-15.18-19: “Oh Dios, crea en mí un corazón puro”
  • Evangelio. Mt 16, 13-23: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará”.

«Si comprendiéramos bien lo que es un sacerdote en la tierra, moriríamos: no de miedo, sino de amor«. La vida de San Juan María Vianney está resumida en este pensamiento suyo. Conocido como «el Santo Cura de Ars», Juan María Vianney nació el 8 de mayo de 1786 en Dardilly, cerca de Lyon, Francia. Sus padres eran agricultores y lo orientaron desde muy joven a trabajar en el campo, tanto fue así que Juan llegó a los 17 años, todavía analfabeto. Sin embargo, gracias a las enseñanzas cristianas de su madre, aprendió muchas oraciones de memoria y vivió un fuerte sentido de fe.

Su superación personal y religiosa fue una gracia del cielo. Su humildad, su predicación, su discernimiento y saber espontáneos, y su capacidad para forjar el arrepentimiento de los penitentes por los males cometidos fueron singulares. Administrador del sacramento de la penitencia durante cuatro décadas a razón de más de diez horas diarias, llegó a hacerlo entre dieciséis y dieciocho horas por día durante trece años, desde 1830 hasta que enfermó en 1843.

En su artículo «¿Cómo responde la Iglesia al suicidio?» Shaun McAfee hace referencia a un incidente descrito en el libro Cure of Ars: […] una mujer dijo a Vianney que estaba devastada porque su esposo se había suicidado. Quería acercarse al gran sacerdote, pero su fila a menudo duraba horas y ella no podía alcanzarlo. Estaba lista para rendirse y en un momento de visión mística […] Vianney exclamó a través de la multitud: «¡Él está salvo!» La mujer se mostró incrédula, así que el santo repitió, enfatizando cada palabra: «Te digo que está salvo. Está en el purgatorio, y debes orar por él. Entre el parapeto del puente y el agua tuvo tiempo de hacer un acto de contrición”.

Cuanto anhelan los fieles de hoy pastores como el Cura de Ars, cercano, humilde, lleno de gracia. Pastores con “olor a Ovejas”, como ha dicho el Papa Francisco.

En el Evangelio de hoy las tres metáforas que utiliza Jesús, son en sí muy claras: Pedro será el cimiento de roca sobre el que se apoyará el edificio de la Iglesia; tendrá las llaves del reino de los cielos para abrir y cerrar a quien le parezca oportuno; por último, podrá atar o desatar, es decir, podrá decidir o quitar lo que considere necesario para la vida de la Iglesia, que es y sigue siendo de Cristo. Siempre es la Iglesia de Cristo y no de Pedro. Bendiciones.

(Guía Litúrgica)

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