(Feria o Memoria Libre: Santa María Goretti, Virgen y Mártir)

Jueves, 6 de julio del 2023

Color: VERDE o BLANCO

  • Primera Lectura. Gn 22, 1-9: “Aquí me tienes”.
  • Salmo Responsorial. 114, 1-2.3-4.5-6.8-9: “Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida”.
  • Evangelio. Mt 9, 1-8: “¡Ánimo, hijo!, tus pecados están perdonados”.

“La salvación que Cristo quiere para la humanidad es integral”

Leemos en la primera lectura lo que conocemos como el sacrificio de Abrahán. Dios pone a prueba la fe de este hombre que había esperado contra toda esperanza a que Dios cumpliera su promesa y, después de esperar tanto tiempo y ver que dicha promesa ya era un hecho, hoy, el mismo Dios le pide que le ofrezca en sacrificio a ese único hijo, el futuro de la gran descendencia. Dios es consciente de lo que le pide a su amigo: “se trata de su hijo único, al que tanto esperaba y al que tanto ama”.

Pongámonos en la piel de Abrahán y preguntémonos: ¿Hasta qué punto estamos dispuestos a ser fieles a Dios o a seguir a Cristo en su estilo de vida? ¿Seguimos a Cristo cuando todo va bien, o también cuando nos parece que no sale el sol y no le vemos sentido a lo que hacemos, aunque sepamos que es voluntad de Dios? ¿Le seguimos sólo en los momentos de gloria o también en los momentos en que tenemos que cargar su cruz, cuando la enfermedad o los fracasos o la fatiga ocultan la presencia del Señor en nuestra vida? ¿Somos capaces de salir de nuestras comodidades, de la situación a la que nos habíamos acostumbrado, y de sacrificar nuestro Isaac, lo que más amamos en la vida? ¿Somos capaces de asumir la postura de Abrahán -«Dios proveerá»-, sin rebelarnos interior o exteriormente?

Ahora, miremos a Jesús y tomémoslo como modelo, que sí llegó hasta la muerte en su solidaridad y su entrega; y subió al monte llevando la cruz, como Isaac la leña para el fuego.

En el texto evangélico para hoy, Jesús, después de haber curado a los endemoniados de Gerasa, vuelve a Cafarnaúm y nos muestra su poder sobre el mal más profundo: el pecado. Allí le presentan a un paralítico. Jesús no sólo le cura, sino que le perdona los pecados, con gran escándalo de los letrados y «sabios» que le escuchaban. La salvación que Cristo quiere para la humanidad es integral, de cuerpo y de espíritu. El signo externo -la curación de la parálisis- es el símbolo de la curación interior, la liberación del pecado.

 Todos sufrimos diversas clases de parálisis. Por eso, nos gozamos que nos alcance una y otra vez la salvación de Jesús, a través de la mediación de la Iglesia. Esta fuerza curativa de Jesús nos llega, por ejemplo, en la Eucaristía, porque somos invitados a comulgar con «el que quita el pecado del mundo». Y, sobre todo, en el sacramento de la Reconciliación, que Jesús encomendó a su Iglesia: «a los que le perdonen los pecados les serán perdonados». Jesús nos quiere con salud plena. Con libertad exterior e interior. Con el equilibrio y la alegría de los sanos de cuerpo y de espíritu. Ha venido de parte de Dios precisamente a eso: a reconciliarnos, a anunciarnos el perdón y la vida divina. Y ha encomendado a su Iglesia este mismo ministerio.

(Guía Litúrgica)

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Liturgia del XIV Domingo. 9 de julio del 2023

Lecturas: «La fe es el saber de los sencillos»

Moniciones: «La fe es el saber de los sencillos»

Homilía-1: “Vengan a mí los que estén fatigados y agobiados, y yo los aliviaré”

Homilía-2: Uno mismo se margina

Homilía-3: Darwinismo social