Viernes, 7 de abril del 2023
Color: ROJO
- Primera lectura. Is 52, 13-53,12: “Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino; y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes”.
- Salmo Responsorial: 30,2.6.12-13.15-16.17 y 25: “Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu”.
- Evangelio. Jn 18,1-40;19,1-42: “E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu”
ADORACIÓN DE LA CRUZ
P. Manuel García: epam45@gmail.com
El Todopoderoso, nos enseñó el Papa Ratzinger, es el Crucificado. Su poderío
lo ejerce con tantos que tantas veces mataron, con todos los que muchas veces del sufrimiento han dicho: me morí. Y sin embargo, siguen con nosotros aquí. De una manera misteriosa, de tanto dolor están ya resucitando. Ellos dan gracias por la desgracia. Como Cristo crucificado piden por la mano que no suelta todavía el puñal, bendicen a Dios cantando Salmos ante quien les trató tan mal. Y es que en la hora de la oscuridad hay que seguir cantando Salmos. Al tercer día saldrá para siempre el Sol que les hará justicia, les librará de la mano de los enemigos. ¡Ha sido sepultado el Señor!
Su muerte deja a los suyos un vacío que detiene el tiempo. La misma sensación con la que conviven aquellos que han perdido a sus familiares con los que se han criado y le han querido en demasía ocupándose directamente de todas sus necesidades en la niñez, en la juventud, incluso en la adultez. ¡Un privilegio! Tal como ocurrió con Cristo, ocurre con sus Santos. Han querido los enemigos de la Cruz borrar a los que llevaban la paz para implantar la guerra y que se abandone la justicia. Pero reina Cristo con la fuerza de su Pasión, como la ha narrado San Juan en cada Viernes Santo. Fuerza que acompañará a los que nadie asiste a su entierro, a los que están solos y a los que están llorando.
Mientras se esté vivo no será la última vez que la Cruz Dolorosa tendrá su predominio. Más crezcamos en la convicción de que la Madre María, la Mujer, con el Santo Discípulo, el Hijo Amado de la Iglesia estamos. Hay que guardar los pañuelos, desatar los nudos que mantienen las ataduras que llevan a la muerte, y abrir el alma al poderoso Amor Hermoso, el Amor Divino.
Nunca olvides cristiano santo… si muchas veces te mataron, tantas resucitarás. Habrá oscuridad, largas noches que querrán que desesperes, naufragios en la alta mar, pero a sus Santos del Cielo ha dado orden su Señor que te rescaten, y seguiremos cantando Salmos que preparan nuestra resurrección y la de la Iglesia fiel a la Tradición de sus Santos Apóstoles.
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