- Primera lectura. Os 14, 2-10: Los caminos del Señor son rectos, por ellos caminan los inocentes, y en ellos tropiezan los pecadores”.
- Salmo Responsorial. 80 ,6c-8a.8bc-9.10-11ab.14 y 17: “Yo soy el Señor, Dios tuyo: escucha mi voz”.
- Evangelio. Mc 12, 28-34: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos”.
Color: MORADO
“Confesarse por fallar a los Mandamientos”
Enamorarse del Confesionario. Amar el Perdón que Jesús nos ofrece y que se ha hecho Sacramento. Amar el Confesionario, lugar en que se nos dice la Verdad: ¿A cuál de los 10 mandamientos de la Ley de Dios hemos fallado? Admitirlo, reconocerlo. Sin engañarse, sin dar vueltas ni justificarte. Somos pecadores. Así como ha de ser digna la Pila Bautismal, elegante el Altar, los Ornamentos y los Utensilios Sagrados, así el Confesionario ha de ser el más apropiado, clásico y formal para celebrar los Méritos de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, la Renovación permanente de nuestro Bautismo: El Sacramento de la Reconciliación y la Penitencia.
¡No Basta de un año un día! Los mínimos indican escaso amor hacia Dios y a la Iglesia. En cambio, el Perdón incondicional, misericordioso y verdadero de Jesucristo se administra allí. Hemos de enfatizar que la Verdad de Dios, las normativas y cánones de la Ley Eclesial se indican con total claridad y compasión. El hombre y la mujer que no han sacramentado su unión no pueden participar en los Sacramentos de la Iglesia hasta que celebren el Sacramento del Matrimonio, salvó el caso de peligro de muerte. La intención de abandonar toda práctica pecaminosa es el presupuesto. Se han de agotar todos los medios posibles para ello como muestra de un sincero arrepentimiento.
El dolor del Sacerdote es insoportable, cuentan los libros clásicos penitenciales, al retener los pecados de una persona que expresa conscientemente que no dejará de pecar mortalmente porque así lo ha decidido. Y, por último, las penitencias asignadas han de redundar en actos caritativos con los más pobres, y en lo relacional con las personas difíciles de sobrellevar por su falta de educación, falsedad en su proceder o carentes de transparencia en su actuar.
Confesionario, Confesor, Penitente y Penitencia a la vez se asemejan a la gota que cae en el corazón de piedra que lo transformará con la paciencia del tiempo, la Gracia de Dios y la colaboración humana en un corazón de carne semejante al de Cristo y todos sus Santos. ¡En esta Santa Cuaresma adopta el hábito salvador de confesarte frecuentemente! Ave María Purísima… sin pecado concebida.
En Jesús, José y María
Evangelizar según el Magisterio de la Iglesia
P. Manuel García: epam45@gmail.com
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