DOMINGO DE LA PALABRA: «Espero en tu Palabra»
Domingo, 26 de enero de 2025
- Primera lectura: Neh 8,2-4ª.5-6.8-10: la alegría que les da el Señor es su fortaleza.
- Salmo Responsorial: 19(18),8-10.15: La voluntad del Señor es pura.
- Segunda lectura: 1Cor 12,12-30: Ustedes son el cuerpo de Cristo.
- Evangelio: Lc1,1-4.4,14-21: Él me envió a llevar una buena noticia a los pobres.
Color: VERDE
“Tus Palabras, Señor, son espíritu y vida”
Hoy, la liturgia nos invita a reflexionar sobre el poder transformador de la Palabra de Dios y el llamado a ser un solo cuerpo en Cristo. En la primera Lectura de Nehemías, el pueblo de Israel regresa del exilio en Babilonia y, aunque han vuelto a su tierra, necesitan reconstruir su identidad como pueblo de Dios. Esdras lee el Libro de la Ley y el pueblo, conmovido, llora. Nehemías, sin embargo, los anima: “No estén tristes, pues el gozo en el Señor es su fortaleza”. Este mensaje de esperanza sigue siendo relevante para nosotros.
El Salmo 18 refuerza esta idea: “Tus Palabras, Señor, son espíritu y vida”. La Palabra de Dios no solo guía, sino que también da vida, fortalece y transforma nuestros corazones. Nos invita a confiar en la bondad del Señor y a seguir su voluntad con alegría.
En la segunda Lectura, San Pablo nos recuerda que, así como el cuerpo tiene muchos miembros, todos formamos parte de un solo cuerpo en Cristo. Cada uno de nosotros tiene un papel importante en la comunidad, con dones únicos que deben ser puestos al servicio de los demás. En este cuerpo, no hay partes prescindibles, todos somos necesarios para construir el Reino de Dios.
Y hoy, Jesús se presenta en la sinagoga de Nazaret y declara su misión: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos”. Jesús nos invita a ser partícipes de su misión, a ser una Iglesia que anuncia, sana y libera. No basta con escuchar la Palabra; estamos llamados a ponerla en práctica, a ser instrumentos de su amor y justicia en el mundo.
Hoy, en el natalicio de Juan Pablo Duarte, fundador de la República Dominicana, recordamos también su llamado a la unidad y al bien común. Duarte nos dejó un legado que resuena con el mensaje del Evangelio. “Trabajemos por y para la patria, que es trabajar para nuestros hijos y para nosotros mismos”. Como cristianos, debemos trabajar no solo por nuestra salvación personal, sino también por el bienestar de nuestra comunidad y nación, construyendo una sociedad más justa y solidaria.
Que esta Palabra nos inspire a vivir como un solo cuerpo en Cristo, unidos en la misión de Jesús. Con la fortaleza que proviene de Dios, avancemos con esperanza, sabiendo que juntos podemos ser instrumentos de transformación y amor.
(Guía Mensual)
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