San Fabián, Papa y mártir; san Sebastián, mártir
Lunes, 20 de enero del 2025
- Primera lectura. Hb 5,1-10: “El sumo sacerdote, escogido de entre los hombres, está puesto para representar a los hombres en el culto a Dios”.
- Salmo Responsorial: 18,8.9.10.15: “Tus Palabras, Señor, son espíritu y vida”.
- Evangelio. Mc 2,18-22:“Llegará un día en que se lleven al novio y entonces ayunarán en aquel día”.
Color: VERDE
“El Evangelio es siempre novedad”
Jesús exclama hoy: «Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino revienta los odres, y se pierden el vino y los odres; a vino nuevo, odres nuevos” haciendo referencia a la novedad de su mensaje y misión. El vino nuevo representa el Evangelio, la Buena Nueva del Reino de Dios, que no puede ser contenida en las estructuras antiguas o en los corazones endurecidos por la rutina y el legalismo. Jesús no vino a simplemente reparar lo viejo, sino a traer algo totalmente nuevo, algo que requiere apertura y disposición para ser transformados desde el interior.
En este contexto, podemos entender el nuevo sacerdocio de Jesús. No es un sacerdocio como el del Antiguo Testamento, que dependía de sacrificios repetitivos y un sistema rígido. Jesús es el nuevo y eterno sacerdote, como se proclama en el Salmo de hoy: «Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec». Melquisedec, una figura misteriosa del Antiguo Testamento, fue un sacerdote y rey que ofreció pan y vino, prefigurando el sacrificio de Cristo. El sacerdocio de Jesús no es temporal ni limitado a un sistema sacrificial, sino que es eterno y universal, un sacerdocio basado en el ofrecimiento de sí mismo por amor.
La Carta a los Hebreos profundiza en esta idea. Jesús, aunque Hijo de Dios, se hizo humano y aprendió la obediencia a través del sufrimiento, perfeccionándose como el sumo sacerdote que puede compadecerse de nuestras debilidades. Su sacerdocio es único porque, a diferencia de los sacerdotes antiguos, Él no ofrece sacrificios repetitivos por los pecados del pueblo; Él mismo es el sacrificio, una vez y para siempre, ofreciéndose por nosotros en la cruz.
Este sacerdocio es diferente porque es inclusivo y accesible a todos. Jesús no está separado del pueblo, sino que se pone en medio de nosotros, vive nuestras realidades, sufre con nosotros y nos eleva. Su ministerio no está confinado a los templos, sino que se manifiesta en la vida diaria, en las relaciones humanas y en el servicio a los demás. Esto es el vino nuevo en odres nuevos: una nueva manera de ser y vivir como pueblo de Dios, abiertos a la gracia transformadora de Jesús.
El mensaje de hoy es una invitación a no aferrarnos a lo viejo, a no tratar de vivir nuestra fe desde la rigidez o las tradiciones vacías. Jesús nos llama a la novedad del Reino, a ser odres nuevos, es decir, corazones abiertos y flexibles, dispuestos a ser llenados por su amor y su Espíritu. Como dice el Papa Francisco: «El Evangelio es siempre novedad. El Evangelio no envejece jamás. No podemos ir hacia adelante si somos en parte modernos y en parte antiguos, hay que renovarse continuamente en la novedad del Evangelio» (Homilía, 16 de enero de 2018).
Hoy, pidamos la gracia de ser odres nuevos, listos para recibir el vino nuevo del amor de Cristo, y vivamos nuestra fe con alegría, apertura y esperanza, dejándonos transformar por el nuevo sacerdocio de Jesús.
(Guía Mensual)
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