- Primera lectura. Ez 18, 21-28: “Si el malvado se convierte de los pecados cometidos y guarda mis preceptos, practica el derecho y la justicia, ciertamente vivirá y no morirá”.
- Salmo Responsorial. 129, 1-2.3-4ab.4c—6.7-8: “Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir?”.
- Evangelio Mt 9, 14-15: “Llegará un día en que se lleven al novio y entonces ayunarán”.
Color: MORADO
Haznos llorar amargamente nuestros pecados
En lugar de entristecernos o experimentar amargura continua, el Santo Vía Crucis es sanador de heridas. No se puede retroceder en el Camino de la Cruz. Es imposible. Es marcha sin retorno hacia el Calvario.
Nuestra pretensión es llegar al Viernes Santo, participar de la Pasión Cruel del Salvador desde el Corazón Misericordioso del Señor.
Es posible perdonar y pedir perdón al llegar a la III estación. Al ser Jesús condenado por el Sanedrín cualquiera piensa que sus proyectos e ilusiones de toda su vida se desmoronarían. El dolor que sufrió el Hijo de Dios ante tal juicio injusto quiso arrebatarle las fuerzas y las ganas de vivir. Miradas poco comprensivas, violencia, criticas, acusaciones mal sanas, persecuciones y soledad, pero nada de esto aniquiló al Amor Encarnado. De aquella situación saldrá regenerada y fortalecida la incipiente familia de la Iglesia.
En especial, del motivo de la IV estación al ser Jesús negado por Pedro, el hombre, el amigo, el discípulo de su mayor confianza, quien le había confesado cómo Señor y le declaró fidelidad hasta la muerte. Parecía que toda la entrega, el trabajo, el bien hecho por Jesús y sus discípulos se iba a diluir. La negación y la huida de Pedro preconizaba el fin de aquella historia local de aventuras y caridad extrema. Lo ocurrido con Pedro era ya el colmo… Cómo para perder la fe en cualquier persona. En tantas ocasiones, a lo largo de la vida se descubre a un grupo de personas que presentaban cara de bondad, y al pasar el tiempo se descubren confabuladas con intereses egoístas y muy oscuros.
Pero jamás, jamás, jamás Cristo perdió la fe en su Padre Celestial, ni en el hombre creado a su imagen y semejanza, a pesar de sus debilidades y dobleces. A diferencia nuestra, el Señor confiere una segunda eterna oportunidad. Cree en la bondad semejante a la suya en lo recóndito del corazón del ser humana, y que con su Gracia Divina puede florecer y reinar en el pecador arrepentido de su maldad. Más aún, Cristo pide que el inmenso sufrimiento sea sobrellevado por el creyente que sufre a causa de sus propias culpas y las ajenas. ¡Señor Jesús, así como miraste a San Pedro, lo sanaste de sus errores y cobardías, haznos llorar amargamente nuestros pecados, soportar nuestras equivocaciones e incoherencias, y confiar en que nos enseñaras a devolver bien después de ser objetos de tantas maldades e injusticias! ¡Hágase tu voluntad! ¡Al Comulgar de la Sangre, el Agua y el Espíritu inagotable de tu Costado Abierto, transforma nuestro corazón en manantial inagotable de tu perdón y piedad!
En Jesús, José y María
Evangelizar según el Magisterio de la Iglesia
P. Manuel García: epam45@gmail.com
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