JESÚS, MAESTRO
Pbro. Felipe de Jesús Colón Padilla (Párroco de la Parroquia Jesús Maestro)
Hoy, viernes 30, es el día del Maestro en la República Dominicana y también es el patrono de nuestra comunidad parroquial, en la ciudad de Moca, Provincia, Espaillat. Mi escrito quiere resaltar el papel significativo del docente y también abordar a Jesús como Maestro y Guía del pueblo de Dios.
La fiesta fue establecida, siendo presidente Rafael Leónidas Trujillo Molina, el 6 de junio de 1939, mediante la resolución número 6-39, siendo secretario de Estado de Justicia, Educación Pública y Bellas Artes, el licenciado Virgilio Díaz. Cada país elije la fecha que le resulte más conveniente, en otros países esta fiesta se celebra en otras fechas de año.
Por justicia hemos de reconocer que la tarea titánica de nuestros profesores dominicanos es realmente loable, tiempo, esfuerzo, y no reciben un gran salario. Cada docente entrega a diario lo mejor de sí en las aulas de nuestros centros educativos, colegios y universidades formando hombres y mujeres que se preparan para servir a la nación.
Un aspecto esencial y fundamental del maestro es su compromiso con la formación humana. Formar es influir en la manera de ser y actuar de los alumnos, y es un proceso que involucra tanto la razón como la sensibilidad.
Si un maestro no revela un interés profundo y sincero en las disciplinas que enseña difícilmente hará significativa y motivante para los alumnos la experiencia de aprender.
Decir no es enseñar. La verdadera pedagogía se funda en una comunicación recíproca entre el maestro y el alumno. Podemos hablar con más belleza, fuerza, y convicción de lo que hemos sentido y experimentado. Sólo la palabra que tiene un claro sabor a vivencia llega al alumno y lo incita a crecer.
Enseñar es mostrar senderos, sugerir rutas hacia lo desconocido. Es necesario dar a los alumnos la oportunidad de transitar su propio camino y encontrar las cosas por sí mismos. El verdadero maestro no es el que atiborra de información y conocimientos a sus discípulos, sino el que alimenta en ellos su deseo de aprender. La misión de la escuela no es ofrecerle al alumno repertorios de respuestas, sino enseñarle a preguntar. El deseo de preguntar es inherente a la condición humana. Es necesario que el maestro esté siempre aprendiendo. Los buenos maestros no serán necesariamente aquellos que más conocen la información teórica y fáctica de una disciplina, sino los que permanentemente y de manera creativa estén incorporando a su trabajo docente la nueva información que se genera.
El maestro y la Escuela como institución debe utilizar recursos de la informática, los multimedios, y las telecomunicaciones se vienen desarrollando en diversos lugares del mundo innovadores programas educativos. Finalmente termino con esta hermosa oración, pues Jesús enseñó con los labios y con la vida:
Me llamas MAESTRO:
y no quieres aprender de Mi.
Me llamas LUZ:
y andas en tinieblas.
Me llamas CAMINO:
y no me sigues.
Me llamas VIDA:
y te apartas de Mí.
Me llamas VERDAD:
y no me crees.
Me llamas GUÍA:
y desprecias mis Mandamientos.
Me llamas BUENO:
y no me amas.
Me llamas ETERNO:
y piensas sólo del mundo.
Me llamas NOBLE:
y en vilezas te deleitas.
Me llamas TODOPODEROSO:
y no me temes.
Me llamas JUSTO:
¡Oh, si lo fuera siempre!
Si luego te condeno, no es mía la culpa.
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