P. Luis Alberto De León Alcántara Email: albertodeleon_011@hotmail.com
Hace unos días salió en los medios de comunicación la siguiente estadística: más de 3,000 estudiantes dominicanas de escuelas públicas son madres y unas 1,154 están embarazadas. Mientras que 1,158 varones matriculados en el sistema educativo dominicano ya son padres. De acuerdo con el informe, unas 112 niñas y adolescentes quedaron en estado de gestación fruto de una violación; y 28 quedaron embarazadas por incesto.
Después de este informe, como siempre, aparecieron los teóricos, los profesionales de la salud, los que tienen soluciones para todo y pusieron en marcha sus propuestas. Algunos entendieron que la mejor solución es seguir promoviendo los preservativos, las pastillas, promoviendo una propaganda de la vida sexual, pero con protección “segura”. Otros sostienen que el aborto es la opción más recomendable, porque evita el embarazo. Es decir, creen que como la vida afectiva es muy acelerada, la única opción es eliminar la criatura o esa “cosa” que crece en el vientre de una mujer.
Así estamos, viviendo en una sociedad que busca soluciones fáciles, superficiales y sobre todo, fabricadas. En un mundo que prefiere dar ideas, sugerencias, pero sin asumir compromisos serios y comprometedores. En otras palabras, habitamos en una Nación que propone reglas y medidas como calmantes para controlar un poco lo que sucede con las adolescentes, pero que no está dispuesta a enfrentar y trabajar por las verdaderas soluciones prácticas que necesita esta etapa compleja y maravillosa de la vida.
No seamos ingenuos, la verdadera solución está en volver la mirada a la familia, en hacer una parada para observar los hogares. Pues, la familia es la primera célula de la sociedad, donde se va formando lo puro y noble del ser humano, pero es aquí también, donde, si se carece de valores humanos y cristianos, los vacíos existenciales y espirituales comienzan a forjarse, y entonces, lo que no se logra encontrar dentro de la familia, se busca en las calles o en los amigos. Y casi siempre, lo que se encuentra no es lo mejor.
Sin embargo, ¿cómo encontrar solución a esta situación? Una manera de ayudar sería comprender que una muchacha embarazada, es fruto de una realidad familiar fraccionada, de una vida maltratada, de un corazón ignorado, y por supuesto, es el resultado de un ser humano olvido. Esto mismo se puede aplicar a los jóvenes, agregándole, por supuesto, el machismo, la propaganda de la música urbana teledirigida en poner a la mujer como objeto sexual, y al hombre como un superior a ella, entre otras cosas.
Entendamos que una adolescente embarazada, es el producto de un descuido de otros, que no la amaron tal y como era, no le enseñaron el valor de su cuerpo, ni mucho menos la orientaron adecuadamente sobre una sexualidad integral. Esta la razón por la que sostenemos que vivimos en un mundo que fabrica soluciones sencillas a problemas complejos. Seamos más realistas y comencemos a cambiar la frase: “adolescentes embarazadas, sociedad que se detiene, reflexiona y comprende a una joven abandonada”.
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