Miércoles, 27 de marzo del 2024
Color: MORADO
- Primera Lectura. Is 50, 4-9a: “Miren, el Señor me ayuda, ¿quién me condenará?”.
- Salmo Responsorial: 68, 8-10.21bcd-22.31 y33-34: “Señor, que me escuche tu gran bondad en el día de tu favor”.
- Evangelio. Mt 26, 14-25: “El Hijo del hombre se va, como está escrito de él; pero ¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre!”.
“El amor no es amado”
ENTRADA
Es la víspera del triduo pascual, la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo, y la invitación es a que sigamos en actitud de querer recibir muchas bendiciones de parte del todo misericordioso. Puestos de pie, cantamos mientras recibimos al celebrante.
Primera lectura: Isaías 50, 4-9a (No me tapé el rostro ante ultrajes)
En esta lectura, Isaías nos invita a que confiemos en Dios porque él nos dará la fortaleza necesaria para que seamos profetas dondequiera que estemos. Escuchemos con atención esta lectura.
Evangelio: San Mateo 26, 14-25 (El hijo de hombre se va, como está escrito; pero, ¡ay del que va a entregarlo)
Comienza la Pasión, y Jesús comparte su última cena con sus discípulos antes de ser entregado por Judas. Puestos de pie, nos preparamos para la proclamación del Santo Evangelio.
Oración Universal:
El que preside: El Señor Jesús instituyó el sacramento de su entrega a nosotros, cuando uno de sus discípulos se preparaba para traicionarlo. Reconociendo el amor del Padre manifestado en la entrega de Cristo en la pasión y en la eucaristía, dirijamos a él nuestra oración:
- Para que la Iglesia, con la mirada puesta en Cristo, no se gloríe sino en la cruz de su Señor. Roguemos al Señor.
- Para que Jesús, que con su sangre salvó al mundo, se muestre amigo y defensor de todos los hombres. Roguemos al Señor.
- Para que los cristianos seamos siempre capaces de decir al abatido una palabra de aliento. Roguemos al Señor.
- Para que nuestro arrepentimiento y penitencia sean camino de gracia y redención, que se actualice en la próxima Pascua. Roguemos al Señor.
El que preside: Señor, Dios nuestro, escucha con amor nuestras súplicas y concédenos ser siempre fieles discípulos de Jesucristo, tu Hijo, con sus mismos sentimientos y actitudes de entrega sin reservas a ti y a los hombres. Por Jesucristo, nuestro Señor.
COMUNIÓN ESPIRITUAL
“Creo, Jesús mío, que estás presente en el Santísimo Sacramento del Altar; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que vuelva jamás a abandonarte”.
(San Alfonso María de Ligorio).
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