(Feria o Memoria Libre: Santa Ángela de Mérici, Virgen)
Sábado, 27 de enero del 2024
Color: VERDE o BLANCO
- Primera Lectura. II Sam 12, 1-7a.10-17: “El Señor te perdona tu pecado. No morirás”.
- Salmo Responsorial: 50, 12-13.14-15.16-17: “Oh Dios, Crea en mí un corazón puro”.
- Evangelio. Mc 4, 35-40: “¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!”.
“EL SANTO DE DIOS”
Por P. Wilkin Castillo, San Juan de la Maguana
En este Domingo Cuarto del Tiempo Ordinario San Marcos nos trae un pasaje cargado de enseñanzas y muy iluminador. Es una dicha que se convierte en un privilegio poder profundizar la palabra de Dios, con el único objetivo de vivir a plenitud dicha palabra y sacar de la misma lo mejor para todos nosotros.
Encontramos que: “En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos entraron en Cafarnaúm, y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su doctrina porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad.” Hoy seguir enseñando con autoridad en medio de nuestras comunidades es una necesidad prioritaria, nuestro mensaje debe ir cargado con la fuerza del Espíritu que esta misma palabra contiene y exige.
La palabra que ofrecemos a un pueblo hambriento de Dios debe provocar asombro y admiración en aquellos que nos escuchan, para esto la palabra hay que cocerla como se coce un pan en el horno, un pan bien cosido es agradable al paladar, pero un pan crudo provoca nausea, así es la palabra una palabra bien explicada, vivida y testimoniada, provoca en el que la escucha un gozo que no se explica con palabras y de paso compromete a esa persona.
Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo y se puso a gritar: “¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios.” Hay un dato que me llama la atención y es el hecho de que incluso dentro de la sinagoga había un hombre poseído por un espíritu inmundo, ni siquiera en los lugares que se consideran sagrados estamos liberados y exonerados de que se pueda manifestar la presencia del mal.
El grito del que estaba poseído pone en alerta a Jesús, pues éste conocía a Jesús, incluso lo reconoce públicamente como el Santo de Dios. Es cuando Jesús aprovecha lo increpó y le dice: “Cállate y sal de él.” El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió. Si el grito del que estaba poseído fue grande para reconocer a Jesús como el Santo de Dios, mayor fue el grito cuando Jesús le ordena que dejara en libertad a aquel hombre torturado y poseído. Todos se preguntaron estupefactos: “¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo.”
Es bueno que nos concienticemos que la fuerza que tiene la palabra de Dios, no podemos nosotros los predicadores debilitarla al momento de ofrecerla a la gente, debemos impregnarle carácter y por todos los medios provocar cambios y transformación de vida en los demás. “Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen.” Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.
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