Lunes, 29 de enero del 2024
Color: VERDE
- Primera Lectura. II Sam 15, 13-14.30;16,5-13a: “Quizás el Señor se fije en mi humillación y me pague con bendiciones estas maldiciones de hoy”.
- Salmo Responsorial: 3, 2-3,4-5.6-7: “Levántate, Señor, sálvame”.
- Evangelio. Mc 5, 1-20: “Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo por su misericordia”
“Para transformarnos es imprescindible obedecer y someternos a la voluntad de Dios”
¿Cómo actuarías si fueras humillado en público? Y si fueras insultado y atacado públicamente ¿qué hicieras? Hoy nos encontramos con Absalón, hijo de David, quien provoca una rebelión contra su padre al conspirar para usurparle el reinado. David huye de Jerusalén amenazado por Absalón. Al huir el Rey es humillado por Simeí quien le muestra su odio y hostilidad insultándolo y lanzándole piedras. Pero David, sorprendentemente, no actúa movido por la violencia ni la retaliación. Se humilla, acepta el sufrimiento y se deposita a la voluntad de Dios. No hace alarde de su poder, sino que se empequeñece para confiar más en su Dios.
Qué mensaje para tantos de nosotros que reaccionamos con sorprendente facilidad ante ataques o simples miradas percibidas. No se trata de darle las espaldas a las adversidades, sino, más bien de mantener la calma, siendo pacientes y sometiéndonos confiadamente a la voluntad divina. Solamente cuando estamos regulados emocionalmente podremos actuar sabiamente respondiendo y ofreciendo la otra mejilla. ¡Esto es fortaleza!
La liberación integral de toda persona es lo que Jesús anhela. No nos desea encarcelados interiormente por nuestros demonios. Por eso vivió expulsando todo mal para ayudar a todos a recobrar la salud corporal, mental y espiritual. Para transformarnos es imprescindible obedecer y someternos a la voluntad de Dios.
Las lecturas nos desafían a reflexionar sobre el grado de obediencia depositada en hacer la voluntad de Dios y sobre cómo estamos enfrentando y tomando las decisiones diarias. ¿Estás dispuesto a obedecer la voluntad de Dios aun en esos momentos de ataques y dificultades? ¿Tiendes a dejarte influir por tus propios deseos? ¿Le permites a Dios obrar y transformar tu vida?
Que todo cuanto hagamos, pensemos y sintamos sea influenciado por nuestro esfuerzo por hacer la voluntad de Dios. Apoyémonos en la oración como camino de santidad.
(Guía Litúrgica)
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