20 de agosto del 2023. IV Semana del Salterio
- Primera lectura: Is 56, 1.6-7: “Porque mi casa es casa de oración para todos los pueblos”.
- Salmo Responsorial: 66, 2-3.5-6.8: “Que canten de alegría las naciones”.
- Segunda lectura: Rm 11, 13-15.29-32: “Mientras sea su apóstol, haré honor al ministerio”.
- Evangelio: Mt 15, 21-28: Mujer qué grande es tu fe…”.
Color: VERDE
“EL PODER DE LA FE”
Por P. Wilkin Castillo, San Juan de la Maguana
Una vez más reunidos y congregados en el nombre del Dios Todopoderoso, para alimentarnos con Jesús, el pan consagrado y escucharle a él, haciendo vida en nosotros su santa palabra en este Vigésimo Domingo del Tiempo Ordinario.
Hoy el Santo Evangelio según San Mateo nos trae un pasaje que nos llena de emoción al decirnos: “En aquel tiempo, Jesús se marchó y se retiró al país de Tiro y Sidón”. Esto nos revela que Jesús cumple sus palabras, él mismo llegó a decir que tenemos que llegar a los confines del mundo, muestra de ello es que él es el mejor ejemplo al trasladarse al país de Tiro y Sidón, dos ciudades paganas al norte de Galilea.
Entonces una mujer cananea, natural de la tierra de Canaán, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle: “Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo”. Hay un elemento importante que toma relevancia y es cuando la mujer cananea reconoce a Jesús como Hijo de David, esto es lo mismo que afirmar y profesar que Jesús es el enviado por Dios.
Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle: “Atiéndela, que viene detrás gritando”. Sin la intención de ridiculizar los discípulos, es bueno meditar hasta qué punto los discípulos les piden a Jesús que la atienda manifestando empatía y misericordia para con esta mujer, o por el contrario la presencia de esta mujer y sus gritos provocaban molestia e incomodidad a los discípulos como hemos podido ver en otros pasajes bíblico, como es el pasaje del ciego de nacimiento.
Él les contestó: “Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel”. Este argumento que utiliza el maestro, al afirmar que sólo lo han enviado a las ovejas descarriadas de Israel, tiene un significado inverso, es decir, que él lo que afirma es que es un Dios para todos, un Dios universal.
Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió: “Señor, socórreme”. Él le contestó: “No está bien echar a los perros el pan de los hijos”. Aquí una vez más Jesús utiliza un recurso en su oratoria para darle fuerza a lo que ya él aparentemente había afirmado más arriba, es el hecho de que él es un Dios para un grupo reducido y exclusivo, siendo todo lo contrario en la cotidianidad de su oficio pastoral.
Pero ella repuso: “Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos”. Con esta respuesta lapidaria por parte de la mujer cananea se erradica en Jesús toda duda con relación a la poca fe o falta de fe de esta mujer en él.
Es por lo afirmado más arriba que Jesús le respondió: “Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas”. Una vez más queda más que demostrado que lo que declaramos con los labios y con fe en la vida, casi siempre se cumple para bienestar humano y fortalecimiento cristiano. “En aquel momento quedó curada su hija”.
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