Domingo, 15 de junio del 2025
- Primera lectura: Prov 8,22-31: El Señor hizo de mí la primacía de la creación.
- Salmo Responsorial: 8: Lo coronaste de gloria y dignidad.
- Segunda lectura: Rom 5,1-5: El amor de Dios inunda nuestro corazón.
- Evangelio: Jn 16,12-15: Todo lo que mi Padre tiene es mío.
Color: BLANCO
“Dios es uno y trino, comunidad perfecta, familia auténtica”
Toda religión crea una imagen de Dios; imagen que a su vez se convierte en paradigma de vida para quien la práctica. Afirmar que Dios es uno y trino, comunidad perfecta, familia auténtica, Padre, Hijo y Espíritu Santo, es también una invitación a construir comunidades a imagen de la Trinidad.
Cuenta una leyenda que Agustín, obispo de Hipona (hoy Túnez), muy preocupado por entender el misterio de la Trinidad, caminaba sólo y pensativo por la playa. De repente vio a un niño que, acurrucado, hacía con su dedo un hueco en la arena.
– Hey, niño, ¿qué haces? preguntó Agustín.
– Hago un hueco en la arena. Le respondió el niño sin poner mayor atención.
– ¿Y para qué?
– Para meter toda el agua del mar.
– Eso es sencillamente imposible, agregó Agustín.
– ¡Sí claro, como tan imposible es que tú comprendas con tu pequeño cerebro el gran misterio de la Trinidad! replicó el niño.
Durante la historia del cristianismo muchos se han “roto el cerebro” infructuosamente tratando de entender la Trinidad. Pero más que entender racionalmente este misterio es preciso vivirlo día a día. Pues la Trinidad, más que una doctrina es un misterio salvador que posteriormente fue sistematizado con términos de la filosofía griega.
Aunque en la Biblia no hay una doctrina elaborada sobre la Trinidad, sí encontramos la experiencia de vida. El Padre da vida y toma la iniciativa de enviar a su hijo para salvar a la humanidad. El Hijo recibe la vida del Padre y se encarna en el seno de María por gracia del Espíritu Santo. El Hijo asume la realización histórica de la obra salvadora del Padre y se entrega totalmente por hacer realidad la justicia del Reino. El Hijo es asesinado por defender la Causa del Padre y, Este lo resucita avalando así toda su obra. El Espíritu que lo condujo, hizo posible la encarnación y que acompañó toda la obra del Hijo, fue enviado a la comunidad de discípulos para que formaran el cuerpo de Cristo, continuaran con su obra salvadora y se configuraran en imágenes vivas de la Trinidad.
Pablo, en la segunda lectura, describió precisamente esa maravillosa experiencia trinitaria: “Habiendo, pues, recibido de la fe nuestra justificación, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo (v.1)… y la esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado (v.5)”. Esa experiencia Trinitaria nos ayuda a reordenar nuestra vida, a reconciliarnos con Dios, con nosotros mismos y con nuestro entorno vital. Nos anima a vivir en esperanza, a superar la tribulación y a transformar el presente.
Aunque no tengamos todo perfectamente claro, lo más importante es que nos abramos a la acción de Dios Uno y Trino (Uno – que impulsa a la unidad y Trino – en medio de la diversidad). ¿Cómo podremos vivir esa experiencia trinitaria en el día a día? Dando vida como el Padre, el dador de vida por excelencia. Recibiendo vida del Padre y entregándola a la humanidad, como lo hizo el Hijo. Siendo corresponsables de la obra redentora e instrumentos de unidad como el Espíritu Santo.
Oración
Padre, Hijo y Espíritu Santo. Hoy reafirmamos nuestra fe y nuestra esperanza en el amor creador y recreador que nos das a manos llenas. Te bendecimos porque has estado presente desde siempre y para siempre en la creación maravillosa.
Limpia nuestros corazones de todo egoísmo destructor. Aleja de nuestras familias y comunidades todo aquello que nos desintegra y amenaza nuestra armonía. Ayúdanos a sanar todas nuestras heridas causadas por la injusticia, el desamor, el maltrato, la exclusión, el abandono… y a superar miedos, egoísmos, rencores, deseos de venganza y todo aquello que nos impide entrar en comunión plena contigo. Perdónanos, reconcílianos contigo, con nosotros mismos, con los demás seres humanos y con la naturaleza.
Nos sumergimos en este misterio Trinitario con absoluta confianza; por eso nos sentimos amados, protegidos, animados e invitados a construir relaciones comunitarias impulsadas por el hilo conductor de tu amor. Gracias por darnos la oportunidad de reproducir tu amor trinitario en cada cosa que hagamos. Amén.
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