Angel Gomera: angelgomera@gmail.com
En medio del movimiento constante de vehículos y peatones que observamos día a día en las calles y avenidas de nuestra ciudad; más allá de ese dinamismo comercial y el quehacer cotidiano, surgen preocupaciones reales de la ciudadanía y entidades, por la manera en que nos estamos conduciendo en el tránsito con soberana imprudencia y violencia, traspasando la frontera de lo legal y lo cortés, trayendo como consecuencias las ocurrencias de siniestros y conflictos viales que impactan alarmante y negativamente en materia de salud, pérdidas humanas y económicas.
Es que ¨se hace tan normal¨ ver como alegre y ¨habilidosamente´ para algunos, el provocar un tapón por violentar el debido orden de mantenerse en su carril no le conmueve en lo absoluto; cruzarse con el semáforo rojo no le causa el mínimo remordimiento, parquearse en zonas indebidas o en ambos lados de la calle no importa; andar en vía contraria para ganar tiempo a su prisa es una acción inteligente que hay que aplaudir; transitar sin las debidas documentaciones y hasta en ocasiones sin placa es un recreo; conjugar el alcohol con el volante es una rutina; el exceso de velocidad y hasta realizar competencias es vivir la vida loca; Chatear con el celular es estar en la moda; tocar bocinas sin necesidad es el pan nuestro de cada día; y ante cualquier percance de tránsito por insignificante que sea, se agrede verbal y físicamente.
Dentro de ese conglomerado de realidades crudas y penosas descritas anteriormente, debemos hablar primero en especial, de los motoristas, claro no de todos, sino mas bien de aquellos temerarios que no se detienen ante las normas establecidas y la autoridad; andan sin el debido reparo al valor de la vida, con la fuerza de una adrenalina que ahoga la razón y el amor propio.
En segundo lugar, de los chóferes de guaguas de transporte público y también privada, los cuales hay algunos, que salen de sus hogares para buscar el pan de cada día como buenos padres de familias, pero desde que toman el volante, sufren una metamorfosis convirtiéndose en generadores de caos, pierden el sentido humano por una desesperación metálica sin buena fe, que dista mucho del real servicio que deben prestar y de las vidas que han de cuidar con su proceder.
Y, en tercer lugar, de un sinnúmero de peatones o mejor dicho de ciudadanos que ante la ocurrencia de un accidente se ponen a grabar antes que brindar auxilio, expresión esta, de desprecio a la humanidad, o peor se convierten en rapiñas saqueando las pertenencias de las víctimas de los accidentes. Estas actitudes ponen a llorar con lágrimas negras el alma de las piedras.
Más allá de ser este articulo un muro de lamentaciones, o de ser un enunciado más de tantos; nuestra intención es procurar la sensibilización, compromiso y movilización de toda la ciudadanía, es decir los actores políticos, sociales, eclesiales y económicos, a fin de procurar los esfuerzos y transformaciones necesarias en la dimensión en que amerita esta realidad nacional, que según las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS), La República Dominicana ocupa el segundo lugar de los 182 países pertenecientes a las Naciones Unidas con más muertes por accidentes de tránsito en relación a su población.
Para tales, fines proponemos, en primer orden la realización urgente de una cumbre, diálogo o pacto político que involucre a toda la nación, para discutir, analizar y arribar a la búsqueda de soluciones en cuanto a la problemática del transporte y la seguridad vial.
En segundo orden, desarrollar una alianza estratégica Estado – escuela – familia, con el objetivo de promover y fortalecer una educación vial integral que coadyuve a elevar la conciencia social y cultural de la ciudadanía. Es que, para lograr la obtención de dicha propuesta, es necesario desaprender comportamientos para aprender a ser respetuosos de la ley e individuos constructores del cambio partiendo del ejemplo cívico.
En tercer orden, debe ser una aspiración de todas las alcaldías, el que la seguridad vial forme parte de la idiosincrasia local. Para tales fines, se requiere emprender un conjunto de acciones o medidas que hagan de la prevención y seguridad vial un eje prioritario en las políticas de la gestión municipal. De ahí es que planteamos que el mismo sea tomado como uno de los indicadores básicos a medir dentro de los parámetros del Sistema de monitoreo y medición de la gestión pública (SISMAP).
Y en cuarto orden, para que se establezca un estado social y democrático de derecho, es fundamental la existencia de un régimen de consecuencias en contra los infractores a la ley. El ejercicio de la autoridad debe ejercerse con responsabilidad, firmeza y justicia, sin incurrir en abusos de poder que contrasten con la Constitución de la República.
Para finalizar esta reflexión, quiero evocar unas frases célebres del historiador, pensador y ensayista inglés Thomas Carlyle, quién nos señala que: ¨De nada sirve al hombre lamentarse de los tiempos en que vive. Lo único bueno que puede hacer es intentar mejorarlos¨. Y dijo además que: ¨Puede ser un héroe lo mismo el que triunfa que el que sucumbe, pero jamás el que abandona el combate¨.
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