Alberto Linero
Miércoles, 17 de julio de 2024
Señor mío y Dios mío, con el salmista digo: «En ti, Señor, confío, que no me decepcione.
En tu justicia tú querrás defenderme, inclina a mí tu oído y sálvame.
Sé para mí una roca de refugio, una ciudad fortificada en que me salve, pues tú eres mi roca, mi fortaleza.
Líbrame, oh Dios, de la mano del impío, de las garras del malvado y del violento, pues tú eres, Señor, mi esperanza, y en ti he confiado desde mi juventud.
En ti me apoyé desde mis primeros pasos, tú me atrajiste desde el seno de mi madre, y para ti va siempre mi alabanza». (Sal 71).
Sí, mi Dios, yo nunca quedaré defraudado, todo lo que dejo en tus manos se resuelve para bien, te busco siempre porque en Ti me siento seguro, y sabes que hay gente mala, que ataca y daña sin sentido, solo porque sí.
Y ahora que voy a dormir, me refugio en tus brazos. Descansaré para retomar mañana con lo que venga.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén…
¡En la Voluntad de Dios siempre!
JESÚS TOMA MI VOLUNTAD, Y DAME LA TUYA✍.
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