Por P. Wilkin Castillo, San Juan de la Maguana
Seguimos en este Domingo XIX del Tiempo Ordinario, este itinerario de fe y crecimiento en el conocimiento de la palabra de Dios, en cada acontecimiento él nos habla y nos invita a escucharle. Todo aquel que escucha y cumple su palabra saborea la dulzura de un Dios todo amor y toda paz.
En aquel tiempo, los judíos criticaban a Jesús porque había dicho: “Yo soy el pan bajado del cielo”, y decían: “¿No es este Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo dice ahora que ha bajado del cielo?”
Que extraño que y doloroso saber que la crítica viene de los cercanos de aquellos que comparten con nosotros el pan, la mesa, que hablamos el mismo lenguaje que tenemos los mismos proyectos en común, la crítica no la esperamos del que está cerca, sino del que está lejos y quizás no nos conoce lo suficiente, todo esto causa en nosotros un dolor y una herida irreparable. Jesús tomó la palabra y les dijo:
“No critiquen. Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me ha enviado.” Y yo lo resucitaré el último día. Jesús ante la actitud dolosa de sus discípulos actúa con carácter al decirles: “No critiquen.” Está escrito en los profetas: “Serán todos discípulos de Dios.” Es decir, que todo discípulo del Señor está para proporcionar la vida que nos trae el Pan vivo bajado del cielo, no la muerte que provoca la crítica y la murmuración.
“Todo el que escucha lo que dice el Padre y aprende viene a mí. No es que nadie haya visto al Padre, a no ser el que procede de Dios: éste ha visto al Padre.”
Nos dice claramente Jesús que todo el que está atento a la escucha de su palabra y está dispuesto a ponerla por obra no tiene tiempo para criticar ni para el chisme. Les aseguro: el que cree tiene vida eterna. Yo soy el pan de vida. Sus padres comieron en el desierto el maná y murieron: éste es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera.
El que come del Pan de vida no morir, permanecerá para siempre en Dios y en su bondad. “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne, para la vida del mundo.”
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