• Primera lectura: Dn 12, 1-13: Los sabios brillarán como brilla el firmamento.
  • Salmo Responsorial: 15, 5.8-11: Se me alegra el corazón, mi carne descansa serena.
  • Segunda lectura: Heb 10,11-14,18: Cristo se ofreció a sí mismo.
  • Evangelio: Mc 13,24-32: El cielo y la tierra dejarán de existir, mis palabras no.

Color: VERDE

Hoy estamos celebrando el penúltimo domingo del año litúrgico.  Siempre hemos oído los relatos apocalípticos sobre la última venida del Señor.  Toda la creación será transformada por el amor de Dios, y el tiempo, como lo experimentamos y conocemos ahora, terminará.  Mientras tanto caminamos ineludiblemente, día tras día, hacia esa consumación.  Tenemos que estar alerta, vigilantes y viviendo nuestra fe.  Debemos poner nuestra esperanza en Cristo Jesús, cuyo sacrificio nos santifica.  En esta Eucaristía pidamos a Dios la gracia de la perseverancia en nuestra fidelidad a Él y a la Iglesia. De pie para recibir a los ministros de la Misa, mientras cantamos.

El texto que vamos a escuchar ahora es uno de los más importantes del Antiguo Testamento sobre la resurrección de los muertos.  Los justos, en particular aquellos cuyos nombres han quedado escritos para siempre en el cielo, resucitarán.  Escuchemos a Daniel y su descripción de lo que ocurrirá en aquellos últimos días.

La carta a los hebreos nos dice que Jesús borró con su sacrificio en la cruz, de una vez para siempre, los pecados de toda la humanidad.  Él está a la derecha del Padre, intercediendo por nosotros, guiándonos al cielo. Pongan atención

Marcos en el texto evangélico de hoy nos anuncia la venida final del Hijo del hombre.  Nadie sabe cuándo será esta segunda venida del Señor.  Entonces debemos estar vigilantes y mantenernos alerta en todo momento.  Aunque el cielo y la tierra pasarán ni Jesús ni sus palabras pasarán.  Antes de escuchar este mensaje, pongámonos de pie para que cantemos el Aleluya.

El que preside: Oremos a Dios nuestro Padre, y pidámosle que infunda su Espíritu en nosotros al presentarle nuestra oración: “Aliméntanos con tu Espíritu, Señor”

1.- Por la Santa Madre Iglesia: para que el Señor la proteja y la perfeccione hasta el día en que vuelva como juez a la tierra. Roguemos al Señor.

2.- Por nuestros niños: para que lleguen a la madurez de la fe, los convertidos perseveren, los catecúmenos se hagan dignos del bautismo y los no creyentes busquen y encuentren la verdad. Roguemos al Señor.

3.- Por nuestro pueblo: para que sea regido con justicia y se respeten los derechos de todos sus ciudadanos. Roguemos al Señor.

4.- Por los difuntos, en especial por los que se ofrece esta Eucaristía: para que pronto puedan contemplar el rostro del Señor.  Roguemos al Señor.

5.- Por todos nosotros reunidos alrededor de la mesa: para que nos preparemos para el juicio final, permaneciendo fieles y dirigiendo a Dios nuestras acciones y nuestros deseos. Roguemos al Señor.

El que preside:  Escucha, Dios de misericordia, las oraciones de u familia, y ayúdala pues te reconoce como Creador y como Padre.  Por Jesucristo, nuestro señor.  Amén.

“Creo, Jesús mío, que estás presente en el Santísimo Sacramento del Altar; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que vuelva jamás a abandonarte”.

 (San Alfonso María de Ligorio).

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