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  • Primera Lectura. Dn 7, 9-10.13-14: “Su poder nunca se acabará, porque es un poder eterno, y su reino jamás será destruido”.
  • Salmo Responsorial. 96, 1-2.5-6.9: “El Señor reina, altísimo sobre toda la tierra”.
  • Segunda lectura: 2 Pe 1, 16-19: “Y nosotros escuchamos esta voz, venida del cielo, mientras estábamos con el Señor en la montaña santa”
  • Evangelio. Mc, 9, 2-10:“Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”.

Amadísimos hermanos, en la presencia de nuestro Señor Jesucristo, muy buenos días, tardes o noches.

A nosotros, hermanos y hermanas, peregrinos todavía en la tierra, se nos concede gozar de la compañía del Señor transfigurado, cuando nos sumergimos en las cosas del cielo, mediante la oración y la celebración de los misterios divinos. Pero, como los discípulos, también nosotros debemos descender del Tabor a la existencia diaria, donde los acontecimientos de los seres humanos interpelan nuestra fe.

Cristo es el Centro de la Transfiguración. Hacia él convergen dos testigos de la primera Alianza: Moisés, mediador de la Ley, y Elías, profeta del Dios vivo.

Yo seguí contemplando en mi visión nocturna y vi a alguien semejante a un hijo de hombre, que venía entre las nubes del cielo.

La Segunda Carta de San Pedro, cuando comenta la escena de la Transfiguración, pone fuertemente de relieve la voz divina.

Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escúchenlo, el que tiene poder para manifestarse en divinidad.

Presidente: Al Padre, que nos protege y nos invita a escuchar a su Hijo, dirijamos confiados nuestra oración.  Digamos juntos: “Señor, transfigura nuestra vida”.

1.- Por la Iglesia, llamada permanecer en atenta escucha de la voz del Padre: que ante las dificultades tenga el coraje de alzar los ojos y contemplar la presencia del Señor que la guía y la protege. Roguemos al Señor.

2.- Por el Papa, los obispos, los sacerdotes y todos los consagrados: que a través de su vida resplandezca la alegría de haber sido elegidos por el Señor, para dar testimonio en todo tiempo de su belleza y misericordia. Roguemos al Señor.

3.- Por los que vacilan en la fe: que el Señor, que conoce los pensamientos del corazón, los lleve aparte para que perciban el amor del Padre que “como una nube luminosa” los cubre y los envuelve cada día con su presencia. Roguemos al Señor.

4.- Por todos nosotros aquí presentes: para que en este día podamos dirigir la mirada hacia lo que verdaderamente da paz y serenidad. Roguemos al Señor.

Presidente: Padre, que en la belleza de la Transfiguración mostraste a los discípulos la gloria de tu Hijo, escucha las oraciones que hoy esta comunidad te dirige.  Por Jesucristo nuestro señor.

Gregoria Mejía Hilario/greymhilario@gmail.com

“Creo, Jesús mío, que estás presente en el Santísimo Sacramento del Altar; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que vuelva jamás a abandonarte”.

(San Alfonso María de Ligorio).

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