• Primera lectura: Sb 1, 13-15;2,13-25: Dios no hizo la muerte.
  • Salmo Responsorial: 29: Me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.
  • Segunda lectura: 2 Cor 8, 7-9.13-15: Enriqueció a todos con su pobreza.
  • Evangelio: Mc 5, 21-43: No temas; basta que tengas fe

Color: VERDE

Buenas noches (días, tardes) hermanos y hermanas en Cristo.  Durante este tiempo ordinario, la Iglesia, a través de las Sagradas Escrituras, nos invita a reflexionar en la vida y la muerte.  Nuestro destino, dado por Dios, es la vida. Cristo, por su resurrección venció todo, incluso la muerte.  Como cristianos creemos que la muerte es el último paso hacia la plenitud de la vida.  Pidamos a Cristo, quien curó a la mujer y resucitó a la niña en el Evangelio, que creamos en Él y vivamos como Él.  Recibamos al celebrante y los ministros de esta Eucaristía mientras cantamos.

Esta primera lectura, tomada del libro de la Sabiduría, nos da la visión y la intención de Dios respecto del hombre.  El hombre ha sido creado a la imagen de Dios para la inmortalidad.  Dios es el autor de la vida, en él no tiene origen la muerte.  Escuchemos.

En esta lectura San Pablo hizo una exhortación a los corintios para que fueran preparando una colecta para los necesitados de Jerusalén.  El motivo fundamental que Pablo nos da es el ejemplo de Cristo: “Él, siendo rico se hizo pobre por causa de ustedes, para que por su pobreza fueran ustedes enriquecidos”.  También habla sobre la igualdad que debe reinar entre todos.

El Evangelio de hoy nos presenta dos escenas íntimamente relacionadas porque suceden en el mismo campo de la fe.  A través de la curación de la mujer que padecía flujo de sangre y de la resurrección de la hija de Jairo, Jesús afirma su poder sobre la enfermedad y la muerte.  Antes de proclamar este Evangelio, cantemos el Aleluya, de pie, por favor.

El que preside: Padre, Tú bien sabes que ante las tempestades de la vida sentimos miedo y escasea y nosotros la fe, danos la gracia de revestirnos de valentía y hacernos criaturas nuevas en Jesucristo, tu Hijo.  Digamos: “Padre, acrecienta nuestra fe”.

1.- Por los cristianos y las instituciones de la Iglesia que trabajan al servicio de los pobres. Roguemos al Señor.

2.- Por los empresarios que se esfuerzan por mantener y crear puestos de trabajo. Roguemos al Señor.

3.- Por los pobres, por los que no pueden participar de los bienes que Dios ha querido que fueran para todos.  Roguemos al Señor.

4.- Por los ricos que viven endurecidos en su riqueza.  Roguemos al Señor.

5.- Por las actividades que se realizan en la Iglesia, nuestra Diócesis de N. y en nuestra Parroquia N.  Roguemos al Señor.

5.- Por nosotros, y por nuestros familiares y amigos.  Roguemos al Señor.

El que preside:  Escucha, Padre, las oraciones de tu pueblo y concede abundantemente lo que, con fe y esperanza, de ti esperan todos los creyentes.  Por Jesucristo, nuestro Señor.  Amén.

“Creo, Jesús mío, que estás presente en el Santísimo Sacramento del Altar; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que vuelva jamás a abandonarte”.

 (San Alfonso María de Ligorio).

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