Moniciones: Solemnidad: Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo

Color: VERDE o BLANCO

  • Primera Lectura. I Pe 1, 18-25: “Y esa palabra es el Evangelio que les anunciamos”.
  • Salmo Responsorial. 147, 12-13.14-15.19-20: “Glorifica al Señor, Jerusalén”.
  • Evangelio. Mc 10, 32-45: “el que quiera ser grande, sea su servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos”.

Queridos hermanos en Cristo que nuestro amparo y fortaleza, muy buenos días, tardes o noches.

En el camino iba explicándoles a sus discípulos que sólo de esta manera se podría establecer el Reino de Dios en la tierra. Pero al mismo tiempo, también insistía acerca de cuáles serían los principios de su Reino.

Con frecuencia nuestras oraciones tienen como único objetivo que nosotros vivamos mejor, que suframos menos, que desaparezcan todos nuestros problemas y dejamos a un lado los intereses del Reino de Dios. Por esta razón, no recibimos lo que pedimos.

Cuando escuchemos estos pasajes debemos de examinarnos constantemente a nosotros mismos.

Miren que han vuelto a nacer, y no de una semilla mortal, sino de una inmortal, por medio de la Palabra de Dios viva y duradera

Estas tentaciones no sólo pertenecen al pasado, sino que están muy arraigadas en la naturaleza caída del hombre y se manifiestan en todo tiempo y lugar.

El que preside: La salvación que nos anuncia el Espíritu es, para que el que acoge su mensaje, compromiso de vida.  Como hijos obedientes, digamos: “Trinidad divina, ayúdanos a caminar en la santidad”.

1.- Por todos los cristianos.  Para que se sostengan recíprocamente en el camino de la santidad a la que Dios nos llama a todos, roguemos al Señor.

2.- Por los sacerdotes, ministros del Evangelio.  Que siempre al servicio de la Palabra, sean anunciadores de la gracia que Dios ha destinado a los hombres, ayudándoles a reconocerla en las circunstancias de la historia y de la vida, roguemos al Señor.

3.- Por los que Dios ha llamado a seguirlo más de cerca en una vida de consagración especial.  Para que la obediencia a su vida, al hacerlos caminar en la santidad, les ayude a reconocer el céntuplo que el Señor promete ya aquí a quien lo sigue, roguemos al Señor.

4.- Por todas las personas que construyen su santidad en la aceptación de las pequeñas y grandes alegrías y fatigas de cada día.  Que sean ejemplos e invitación para los que piensan que la santidad es fruto sólo de virtudes extraordinarias y no una promesa para todos, roguemos al Señor.

El que preside: Que tu Espíritu, Señor, nos guarde y nos guíe, para que, caminando Según tu voluntad vivamos la santidad, a la que nos has llamado.  Por Jesucristo, nuestro Señor.  Amén.

Gregoria Mejía Hilario/greymhilario@gmail.com

“Creo, Jesús mío, que estás presente en el Santísimo Sacramento del Altar; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que vuelva jamás a abandonarte”.

(San Alfonso María de Ligorio).

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