Color: BLANCO

  • Primera Lectura: Génesis 1,1-31;2, 1-2 / Salmo 103,1-2a.5-6,10.12.13-14.24 y 35 ó Salmo 32,4-5.6-7.12-13.20 y 22.
  • Segunda Lectura: Génesis 22,1-18 / Salmo 15,5.8.9-10.11
  • Tercera Lectura: Éxodo 14,15–15,1./ Salmo Éxodo 15,1-2.3-4,5-6.17-18 /
  • Cuarta Lectura: Isaías 54,5-14 / Salmo 29,2.4.5-6.11.12a y 13b
  • Quinta Lectura: Isaías 55,1-11 / Salmo Isaías 12,2-3.4bcd.5-6
  • Sexta Lectura: Baruc 3,9-15.32-4,4 / Salmo 18,8.9.10.11
  • Séptima Lectura: Ezequiel 36,16-28 / Salmo 41,3.5bcd;42,3.4 o Salmo 50,12-13.14-15.18.19

Terminada esta oración se encienden los cirios del altar y se canta el Gloria. Luego el celebrante procede a la Oración Colecta. Terminada la oración nos sentamos.

  • Lectura: Romanos 6,3-11

Finalizada la lectura todos se levantan, y el sacerdote entona solemnemente el Aleluya que repiten todos.

  • Salmo Responsorial: 117, 1-2.16ab-17.22-23: Este es el día en que actuó el Señor.

R/ Aleluya, Aleluya, Aleluya.

  • Evangelio: Mc 16,1-7. “Vayan ahora a decir a sus discípulos y a Pedro que él irá antes que ustedes a Galilea; allí lo verán, como él se lo había dicho”.

(Se comienza la Vigilia Pascual fuera de la Iglesia para allí hacer la Liturgia de la Luz).

Hermanos y hermanas, ¡buenas noches! Nuestra comunidad cristiana se regocija ante la presencia de todos ustedes.

El Miércoles de Ceniza parece ya muy lejano. Fue entonces cuando comenzamos a recorrer el largo camino cuaresmal. Juntos hemos vivido días de oración, de penitencia, de privaciones, de reflexión, de vía crucis. Juntos hemos ido preparando la senda que desemboca en esta ocasión gloriosa. Esta es la noche de las noches. La noche por excelencia. A ella se refiere nuestro querido Beato Carlos Manuel Rodríguez cuando nos repetía, con insistencia: “¡Vivimos para esa noche!” Hoy, las tinieblas se desvanecen, la oscuridad queda derrotada, la muerte es vencida de modo definitivo y Cristo se alza victorioso ante su pueblo. Por ello nos reunimos en vigilia de oración a la espera de Cristo Resucitado, para escuchar la Palabra de Dios, para participar en los Sacramentos de la Iglesia, para celebrar con Cristo el banquete pascual.

La fiesta que estamos a punto de comenzar no es una celebración cualquiera. Nos encontramos ante la más importante y solemne de todas las fiestas. La liturgia de esta noche santa consiste en cuatro partes claramente definidas.

La primera parte, el Lucernario o Liturgia de la Luz, comienza con la bendición del fuego. Luego de encender el cirio pascual, el Lucernario termina con el cántico del pregón pascual.

Al Lucernario le sigue la Liturgia de la Palabra con la proclamación de siete lecturas del Antiguo Testamento y dos del Nuevo Testamento.

La tercera parte de la celebración es la Liturgia Bautismal en la que serán bautizados nuestros catecúmenos (si los hay) y renovaremos nuestras promesas bautismales. La cuarta parte de la celebración es la Liturgia Eucarística cuando nos acercamos con Jesús Resucitado a la Mesa del Pan que Él mismo sirve para nosotros.

Así, hermanos y hermanas, conscientes del momento admirable que vivimos, nos preparamos, nos ponemos de pie para dar inicio a esta noche gloriosa.

Iluminados con la luz del nuevo fuego pascual, repasaremos la historia de la salvación. Dios, en su infinita misericordia, ha querido que todas sus criaturas lleguen a contemplar su rostro. Esta historia maravillosa comienza con la Creación y alcanza su punto más elevado en la resurrección de Cristo. Como preparación para la Liturgia de la Palabra, gocémonos con el canto del Pregón Pascual que, con su fuerza y su belleza llega a estremecernos a todos.

(Pregón Pascual; Concluido el Pregón Pascual, pedimos a la asamblea que apague sus velas. Cuando el celebrante concluye su monición/oración, invitamos al pueblo a sentarse.)

Esta primera lectura relata el comienzo de la historia de la salvación. Dios crea todas las cosas, incluyendo al hombre y a la mujer, y queda complacido al mirar que todo cuanto ha creado es bueno. Toda la creación le ha sido confiada a la criatura por excelencia, el ser humano, para que se sirva de ella. Es el plan de Dios que el hombre y la mujer, creados a su imagen y semejanza, tengan vida abundante y le sirvan y honren en todo momento. Escuchemos con atención.

Israel, el pueblo escogido por Dios, cayó preso bajo el régimen de los egipcios. Muchos años de esclavitud sufrieron los israelitas oprimidos por el yugo de Egipto. Pero, Dios, que es siempre fiel a sus promesas, interviene personalmente en la liberación de su pueblo. Muchas esclavitudes sufrimos hoy día quienes formamos parte del pueblo de Dios. Pero, por la resurrección de Cristo vemos a Dios obrando en nuestro beneficio y conduciéndonos de la esclavitud de la muerte a la libertad de la Vida Eterna. Escuchemos con oído atento.

El profeta Isaías nos habla a continuación de las riquezas de la salvación. Dios tiene en sus manos todos los bienes y los pone a disposición de su pueblo. “Quien tenga necesidad que venga a mí”, dice el Señor por boca de su profeta. Dios promete sellar con su pueblo una alianza eterna y la palabra de su boca no regresará a Él sin haber sido cumplida. Escuchemos con toda atención.

Isaías en su profecía nos ofrece su palabra y de parte de Dios la alianza perpetua. Dios se acerca al ser humano por medio de su palabra que anuncia la salvación y madura y transforma al ser humano. Presten mucha atención.

Usando como instrumento al profeta Baruc, Dios invita nuevamente al pueblo de Israel, y también nos invita a nosotros hoy a dejar el pecado y a seguir lo que le agrada a Él. Escuchemos.

El pueblo de Israel en el exilio se aleja de Dios, se torna desobediente y comienza a practicar la idolatría. La conducta del pueblo desacreditaba el buen nombre de Dios. Nuestra conducta y actitudes también pueden hacer que el mundo pregunte: “¿No son estos, acaso, los que se hacen llamar hijos de Dios?” Pero Dios no renuncia a su plan salvífico y nos redime, no por nuestros propios méritos, sino por su inmensa misericordia y por su amor sin límites. Escuchemos con corazón bien dispuesto.

Nos recuerda San Pablo que, por el Bautismo, hemos sido incorporados a Cristo y participamos de su misterio pascual. Cristo muere en la cruz y con ello propicia nuestra muerte al pecado. Cristo resucita y su resurrección es alegría para todos ya que, por su Victoria, tenemos Vida. Escuchemos gozosos, pues el triunfo de Cristo es nuestro propio triunfo.

Antes del Aleluya

Pongámonos de pie (se hace una breve pausa). Después el silencio vigilante de las semanas de Cuaresma, cantamos hoy de nuevo el canto de alegría, el aleluya.  Es el solemne anuncio de la Resurrección.  “No está aquí ha resucitado”.

El Evangelio contiene la gran noticia de la resurrección de Jesús.  El sepulcro vacío y las palabras del Ángel son pruebas irrefutables.  Las mujeres tendrán que llevar el mensaje de la resurrección a los discípulos, especialmente para Pedro.

(Proclamación del Evangelio y homilía. Después de la homilía se encienden las velas
de toda la asamblea.)

(Liturgia Bautismal (si hay). Renovación de las Promesas Bautismales y aspersión con agua bendita. Luego de la aspersión se le pide a la asamblea que apaguen sus velas.)


El que preside: La alegría de esta noche nos hace dirigir nuestras oraciones al Padre, que en su gran amor ha resucitado al Señor Jesús.  Agradecidos, reconocemos que aún nuestra historia debe alcanzar su plenitud.  Por eso aclamemos su amor diciendo: Cantaré al Señor, que se ha cubierto de gloria 

1.- Por la Iglesia y sus pastores: para que, confiados en el Espíritu Santo y a la luz de la Palabra del Señor, sean testimonio del amor de Cristo. Roguemos al Señor.

2.- Por los líderes de las naciones: para que, poniendo a un lado las diferencias e intereses personales, trabajen por la paz, la unidad y la justicia. Roguemos al Señor.

3.- Por los deambulantes y los hermanos caídos en las garras del vicio: para que encuentren en nosotros el trato amable y solidario que necesitan y merecen. Roguemos al Señor.

4.- Por las madres solteras y las víctimas de la violencia doméstica: para que, fortalecidas con la acción del Espíritu puedan llevar a sus familias a buen puerto. Roguemos al Señor.

5.- Por los niños y jóvenes de nuestra comunidad: para que, con la ayuda de sus mayores, puedan abrir sus corazones a Jesús y hallen en Cristo Resucitado la respuesta a sus inquietudes. Roguemos al Señor.

6.- Por las víctimas del maltrato infantil: para que estemos alertas a sus circunstancias y atendamos con prontitud y eficiencia sus necesidades particulares. Roguemos al Señor.

7.- Por los pobres y abandonados: para que veamos en ellos el rostro del Cristo que sufre y asumamos, de una vez y por todas, nuestra responsabilidad fraternal. Roguemos al Señor.

8.- Por los afectados por el desempleo y el subempleo: para que encuentren, con la ayuda de sus hermanos, el trabajo digno que les permita satisfacer sus necesidades. Roguemos al Señor.

9.- Por todos los que ofrecen servicios profesionales: para que, iluminados con la luz del evangelio y fortalecidos por Cristo Resucitado, puedan realizar sus funciones con respeto, honestidad y sensibilidad. Roguemos al Señor.

10.- Por nuestra parroquia N.: para que, animada por el misterio pascual que celebramos, se comprometa seriamente a ser luz y sal en todos nuestros ambientes. Roguemos al Señor

El que preside: Padre Dios, que nos has querido que tu Hijo sufriera las cadenas de la muerte y en esta noche santa nos lo entrega vivo, escuchas nuestras oraciones y danos fuerza para que nuestra historia sea de vida y no de muerte.  Por Jesucristo, nuestro Señor.  Amén.  

Con la Eucaristía llegamos al momento culminante, el más importante de la celebración de esta noche.  Glorifiquemos y demos gracias al Padre porque en Cristo resucitado nos abre el camino de la vida.

“Creo, Jesús mío, que estás presente en el Santísimo Sacramento del Altar; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que vuelva jamás a abandonarte”.

(San Alfonso María de Ligorio).

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