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  • Primera Lectura. Hch 15, 7-21: “Dios me escogió entre ustedes para que los gentiles oyeran de mi boca el mensaje del Evangelio”.
  • Salmo Responsorial: 95, 1-2a.2b-3.10: “Cuenten las maravillas del Señor a todas las naciones”.
  • Evangelio. Jn 15, 9-11: “Como el Padre me ha amado, así los he amado yo; permanezcan en mi amor”.

Queridos hermanos en la presencia de nuestro señor Jesucristo muy buenos días, tardes o noches.

En el Evangelio de hoy, Jesús nos invita a amar; y amar sin reservas, como nos ama Él. Amar como ama el Padre es amar de forma creadora y creativa, donde todo puede comenzar de nuevo. Este es el modo de amar que aprendió Jesús. Recibió del Padre una manera fecunda de relacionarse que da consistencia a las personas porque las sirve, acompaña y cuida desde la realidad propia de cada cual.

Pedro era quien tenía mayor liderazgo entre ellos, aunque más tarde otros apóstoles como Santiago y Pablo llegan a tener la misma relevancia sobre sus respectivas áreas.

Amar como nos ama el Señor es pasión por las personas y por la vida. Quien aprende a amar y a tratar como lo hace Jesús.

El que preside: El Señor nos exhorta a habitar en Él observando sus mandamientos.  Hagamos nuestra esta invitación, y digamos: “Hágase en nosotros tu voluntad, Señor”.

1.- Por la santa Iglesia, para que siempre sepa hacer la voluntad de Dios, poniendo el amor a la base de cada decisión, siguiendo el ejemplo de Cristo.  Roguemos al Señor.

2.- Por los sacerdotes y por todos los consagrados, para que sepan entregar al pueblo que les ha sido confiado su experiencia del amor de Dios, ayudando a cada uno a alimentar la oración y la relación con el Señor.  Roguemos al Señor.

3.- Por aquellos que trabajan en el campo de la salud, para que lleven la presencia de Dios a los hermanos que experimentan el sufrimiento, ofreciendo su servicio en el respeto de la vida y de la dignidad de la persona.  Roguemos al Señor.

4.- Por todos aquellos que buscan paz y felicidad en el alcohol, en la droga o en cualquier clase de excesos para que puedan ser tocados por la gracia de Dios y experimentar que solo Éél es plenitud de alegría duradera.  Roguemos al Señor.

El que preside: Dios, Padre de inmensa bondad, aumenta en nosotros el deseo de permanecer en tu amor y derrama en nuestros corazones tu Paz.  Por Jesucristo nuestro, Señor.  Amén.

Gregoria Mejía Hilario/greymhilario@gmail.com

“Creo, Jesús mío, que estás presente en el Santísimo Sacramento del Altar; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que vuelva jamás a abandonarte”.

(San Alfonso María de Ligorio).

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