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  • Primera Lectura. Hch 3, 1-10: “No tengo plata ni oro, pero doy lo que tengo: en nombre de Jesucristo Nazareno, echa a andar”.
  • Salmo Responsorial: 104, 1-2.3-4.6-7.8-9: “Que se alegren los que buscan al Señor”.
  • Evangelio. Lc 24, 13-35: “Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón”.

Queridos hermanos en la presencia santa de Cristo resucitado, muy buenos días, tardes o noches.

En la lectura del Evangelio los discípulos caminan desesperanzados; han pasado dos días, y ya los discípulos de Jesús han comenzado a manifestar la penumbra en la fe. Ya no esperan confiados. En muy poco tiempo su espera los desgasta, les entristece.

En nuestro caso, muchas veces pasa eso; sentimos desánimos, tristeza, abandono de parte de Dios. Pero Jesús nos recuerda todo aquello que nos ha sido anunciado y prometido a través de su Palabra y de nuestra experiencia de fe en la iglesia.

El Señor, a través del apóstol San Pedro, se manifiesta con poder y con amor en la sanación del paralítico. Lo levanta de su condición

Jesús no puede renunciar a su amor y cuidado por cada uno de nosotros. Y busca devolvernos la esperanza, y nuevamente se manifiesta en la fracción del pan.

El que preside Elevemos al Señor nuestra oración, para que, tocando nuestra vida con su Palabra la transforme en un don de Gracia para el mundo.  Digamos: “Haz que escuchemos tu voz, Señor”.

1.- Por la Iglesia, que siempre esté en la búsqueda del rostro y la voz del Señor, para ser un diáfano reflejo en el mundo.  Roguemos al Señor.

2.- Por todos los sacerdotes, que sean incansables en el anuncio del Evangelio, que hablen de él con fuerza a los alejados y que den testimonio de él con verdad de vida.  Roguemos al Señor.

3.- Por las mujeres, para que con el celo y la alegría de María puedan llegar a ser vientre que acoge la palabra de vida que el señor les pide llevar al mundo.  Roguemos al Señor.

Por quienes lloran a sus queridos difuntos, que la buena nueva de la resurrección pueda llegar hasta su dolor y aliviarlo, con la certeza que la muerte es un paso hacia la vida que Cristo ha ganado para nosotros con su cruz.  Roguemos al Señor.

El que preside: Acoge, Señor, nuestra oración, para que, sostenidos por tu presencia, podamos dar a los hombres la buena noticia de tu amor.  Por Jesucristo, nuestro Señor.

Gregoria Mejía Hilario/greymhilario@gmail.com

“Creo, Jesús mío, que estás presente en el Santísimo Sacramento del Altar; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que vuelva jamás a abandonarte”.

(San Alfonso María de Ligorio).

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