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  • Primera Lectura. Hch 12, 24–13, 5a: “Apártenme a Bernabé y a Saulo para la misión a que los he llamado”.
  • Salmo Responsorial: 66, 2-3.5.6 y 8: “Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben”.
  • Evangelio. Jn 12, 44-50: “El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado”.

Queridos hermanos en el Dios del amor, reciban gracia y paz.

Hermanos, la Palabra de Dios sigue viva y se propaga a través de quienes la llevan. Así pasó con Bernabé, Saulo y Juan Marcos cuando regresaron de su misión en Jerusalén a la Iglesia de Antioquía. Allí, entre profetas y maestros llenos del Espíritu Santo, se vio que era tiempo de seguir propagando esa Palabra.

Vayamos sin temor a donde se nos envíe, sabiendo que no estamos solos en este caminar. El mismo Espíritu que impulsó a los primeros cristianos, es el que hoy nos motiva a cada uno de nosotros.

Estemos atentos a lo que el Espíritu Santo susurra a nuestra Iglesia, a las necesidades de los más pobres. Escuchemos.

La palabra nos invita a actuar como Jesús, quien no predicaba por su cuenta sino por encargo del Padre.  Presten atención.

El que preside: Al Señor, que ha venido al mundo como luz, pidamos el don de saber y reconocerlo en medio de las tinieblas en las que a menudo nos encontramos, para acogerlo y dejarnos iluminar por Él.  Confiados en su constante y alegre presencia, invoquemos lo diciendo: “Señor, luz y salvación del mundo, escúchanos”.

1.- Por la Iglesia, luz de las gentes, para que sea transparente y sencilla al anunciar en todas partes la salvación de Cristo resucitado.  Roguemos al Señor.

2.- Por los sacerdotes, llamados a ejercer el Sacramento de la reconciliación, para que el Espíritu los haga disponibles en la escucha, solicitud para abrazar con misericordia a todo pecador.  Roguemos al Señor.

3.- Por los docentes y todos los que tienen responsabilidades educativas, para que el Espíritu de verdad los guíe y los ilumine en su empeño, y tengan en su corazón la formación y el crecimiento de los jóvenes que les han sido confiados.  Roguemos al Señor.

4.- Por los gobernantes, para que en el desarrollo de sus funciones no estén impulsados por intereses personales o por objetivos económicos, sino que se preocupen por el bien del pueblo y protejan siempre la justicia, el diálogo y la paz.  Roguemos al Señor.

El que preside: Padre santo, que en Cristo tu Hijo nos has revelado tu misericordia, escucha nuestras oraciones y atiéndelas, según tu voluntad.  Tú que vives y amas por los siglos de los siglos.  Amén.

Lervidiana Castro Hernández/lervidianacastrohernandez1976@gmail.com

“Creo, Jesús mío, que estás presente en el Santísimo Sacramento del Altar; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que vuelva jamás a abandonarte”.

(San Alfonso María de Ligorio).

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