Color: MORADO.  III Semana del Salterio

  • Primera Lectura. Jr 7, 23-28: “Aquí está la gente que no escuchó la voz del Señor su Dios y no quiso escarmentar”.
  • Salmo Responsorial: 94, 1-2.6-7.8-9: “Ojalá escuchen hoy la voz del Señor: no endurezcan su corazón”.
  • Evangelio. Lc 11, 14-23: “El que no está conmigo, está contra mí; el que no recoge conmigo, desparrama”.

Amados hermanos que la bondadosa protección del Señor nos abrace a todos.

Una historia de amor quedó rota muchas veces. No cualquier historia de amor, sino la historia de amor de Dios con su pueblo. Dios quiso demostrar su enorme amor a su pueblo acercándose a él, haciendo un pacto, una alianza de amor con él. “Yo seré su Dios y ustedes serán mi pueblo”.

Una variante de lo que acabamos de decir la vemos en el Evangelio de hoy. Unos se acercan a Jesús, le piden ser curados por Él, le aceptan, se admiran, y otros le rechazan esgrimiendo toda clase de argumentos.

una prueba de que el Reino de Dios ya ha llegado es que Jesús vence a uno de sus enemigos, al demonio, y lo expulsa de los endemoniados. Por eso, “si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el Reino de Dios ha llegado a ustedes”.

 “Yo seré su Dios y ustedes serán mi pueblo”. No le basta con haberle creado, busca mantener con su pueblo unas relaciones cercanas, presididas por su amor.

Estar con Jesús es tomar partidos por Él y por la causa del Reino de Dios.

El que preside: Con el corazón agradecido por todas sus bendiciones, dirijamos a Dios nuestras oraciones.  Digamos: “Escúchanos señor”.

1.- Por la Iglesia y por todas las comunidades parroquiales: para que vivan en una escucha profunda de la palabra de Dios. Roguemos al Señor.

2.- Por aquellos que en la Iglesia han sido llamados a ejercer el ministerio de exorcistas: para que encuentren siempre en la comunión con el Señor Jesús la fuerza para combatir el mal. Roguemos al Señor

3.- Por aquellos que tienen encargos políticos: para que aprendan a ver las necesidades del pueblo que han sido llamados a gobernar. Roguemos al Señor.

4.- Por aquellos que están gravemente enfermos: que, contemplando al Crucificado encuentra en la fuerza para abrazar con esperanza la cruz. Roguemos al Señor.

El que preside: Dios, que nos llamas a seguirte sin titubeos, acoge nuestra oración, concédenos una mirada pura para reconocer los signos de tu presencia entre nosotros y líbranos del mal. por Jesucristo nuestro, Señor.  Amén.

Lervidiana Castro Hernández/lervidianacastrohernandez1976@gmail.com

“Creo, Jesús mío, que estás presente en el Santísimo Sacramento del Altar; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que vuelva jamás a abandonarte”.

(San Alfonso María de Ligorio).

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