Moniciones: III Domingo.  Tiempo de AVIENTO. Ciclo C

  • Primera lectura. Is 48,17-19: “Yo, el Señor, tu Dios, te enseño para tu bien, te guío por el camino que sigues”.
  • Salmo Responsorial: 1,1-2.3.4 y 6: “El que te sigue, Señor, tendrá la luz de la vida”.
  • Evangelio. Mt 11,16-19: “Pero los hechos dan razón a la sabiduría de Dios”.

Color: ROJO

Amados hermanos en la presencia de nuestro Señor Jesucristo muy buenos días, tardes o noches.

El origen del pecado es la desobediencia y todo pecado es en sí, un desoír la voz de Dios. La obediencia a Dios, el respeto a las leyes y normas nos dan libertad. Es muy importante saber obedecer, siempre y cuando lo que me digan que haga no atente contra la moral y las buenas costumbres.

El Señor como fiel guía de cada uno de nosotros nos enseña el camino que debemos seguir.

En la vida siempre tendremos reglas, normas y pautas, diseñadas precisamente para ayudarnos a convivir mejor entre nosotros.

El que preside: En la continua espera del Señor, elevemos nuestras oraciones a Él para que nos haga vivir gozosos y a plenitud este tiempo de adviento.  Respondamos: “Renuévanos con tu amor, Señor”.

  1. Por el Papa N, los obispos, sacerdotes y diáconos; para que, a ejemplo de Juan Bautista, prediquen el perdón de los pecados y la reconciliación de los hombres con Dios, Roguemos al Señor.
  2. Por toda la Iglesia; para que sea signo luminoso del advenimiento de Cristo al mundo, Roguemos al Señor.
  3. Por todos los cristianos; para que hagamos un esfuerzo grande en la preparación espiritual durante este adviento, Roguemos al Señor.
  4. Por los enfermos, los marginados, los ancianos y los necesitados; para que en su lento caminar encuentren en nosotros la ayuda necesaria para llegar hasta Dios, Roguemos al Señor.
  5. Por nosotros; para que nos ayudemos mutuamente a preparar el camino para la venida del Mesías, Roguemos al Señor.

El que preside: Señor y Dios nuestro, que nos concedes la gracia de dirigirnos a ti; escucha nuestras súplicas y danos tu luz para ir en busca del verdadero bien. Por Jesucristo, nuestro señor.  Amén.

Gregoria Mejía Hilario/greymhilario@gmail.com

“Creo, Jesús mío, que estás presente en el Santísimo Sacramento del Altar; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que vuelva jamás a abandonarte”.

(San Alfonso María de Ligorio).

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