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  • Primera Lectura. Is 41, 13-20: “Para que vean y conozcan, reflexionen y aprendan de una vez, que la mano del Señor lo ha hecho”.
  • Salmo Responsorial. 144, 1.9.10-11.12-13ab: “El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad”.
  • Evangelio. Mt 11, 11-15: “Les aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista”.

El Señor Jesús, que nos abraza a todos, nos de su gracia y su paz.

Isaías, en su profecía nos recuerda que Dios no nos abandona jamás. Dios está con nosotros, está a nuestro favor, está interviniendo en nuestra historia para salvarnos.

En el Evangelio, Jesús hace mención de uno de los grandes personajes del tiempo de adviento, Juan el Bautista. La grandeza de Juan el Bautista estuvo en su pequeñez delante del Mesías, del cual no se consideraba digno ni siquiera de desatarle las correas de las sandalias. Este hombre que se hizo importante por ser último, que se hizo grande por ser pequeño, que se hizo rico por ser pobre nos muestra el camino que tenemos que recorrer para ser dignos del reino, para ser reconocidos delante de los ojos de Dios y no de los hombres.

El profeta Isaías nos recuerda cómo la ternura y el amor misericordioso de Dios nos asisten y auxilian en todos los momentos de nuestras vidas.

La grandeza de Juan el Bautista estuvo en su pequeñez delante del Mesías, del cual no se consideraba digno ni siquiera de desatarle las correas de las sandalias.

El que preside: El adviento nos llama a la conversión, a preparar nuestro corazón para recibir al Salvador. Con esta alegría dirijamos al Padre de amor nuestras súplicas.  Elevemos nuestras plegarias diciendo:

Después de cada pausa, respondan, por favor: ESCUCHA, PADRE, NUESTRA SÚPLICA.

1. Por el Papa, los obispos, los sacerdotes y diáconos para que a ejemplo de Juan Bautista nos ayuden a preparar el camino de salvación. Roguemos al Señor…

2. Por todos los pueblos del mundo, en particular nuestro pueblo de: para que abandonando la vida de pecado preparemos el nacimiento de Cristo en nuestro corazón. Roguemos al Señor…

3. Para que el diálogo en Familia una a todos sus miembros y así haya paz y alegría en estas Navidades que se avecinan. Roguemos al Señor…

4. Para que el Señor cure los dolores de los enfermos, dé paz y alegría a cuantos carecen de ellas y libre a nuestro pueblo de todos los males. Roguemos al Señor…

5. Por todos nosotros para que nos ayudemos mutuamente a preparar el camino para la venida del Mesías. Roguemos al Señor…

6. Para que nuestra Parroquia sea un fiel reflejo del amor que Cristo vino a traer a la tierra. Roguemos al Señor…

7. Para que de nuestros jóvenes surjan abundantes vocaciones para la vida religiosa y sacerdotal y matrimonios ejemplares. Roguemos al Señor…

El que preside: Señor, que nos prometes en Cristo la realización de todos nuestros anhelos, escucha nuestras súplicas y permítenos alcanzar nuestras metas.  Por Jesucristo, nuestro Señor.

Lervidiana Castro Hernández/lervidianacastrohernandez1976@gmail.com

“Creo, Jesús mío, que estás presente en el Santísimo Sacramento del Altar; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que vuelva jamás a abandonarte”

(San Alfonso María de Ligorio).

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