Lunes, 1 de abril del 2024
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- Primera Lectura. Hch 2, 14.22-33: “Pero Dios lo resucitó, librándolo de los dolores de la muerte”.
- Salmo Responsorial: 15, 1-2a. 5.7-8. 9-10.11: “Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti”.
- Evangelio. Mt 28, 8-15: “No tengan miedo: vayan a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán”.
“No seremos abandonados en el lugar de los muertos”
La primera lectura nos habla del mensaje del apóstol Pedro quién en compañía de sus once compañeros, les dice un día de pentecostés, en la ciudad de Jerusalén a judíos y vecinos: Que Jesús de Nazaret, varón, fue enviado ante ellos con milagros, prodigios y signos y que dentro del plan de Dios estaba la muerte de su Hijo clavándolo en una cruz, pero que al tercer día resucitaría.
En su discurso, hace mención de las visiones que tuvo el Patriarca David, quién veía al Señor delante de él, guiándolo para que no vacilara; por lo que David mostraba alegría, gozo y satisfacción, esperanzado que su carne descansaría en paz, abandonando el lugar de los muertos, refiriéndose a la resurrección. Hablándoles con franqueza les decía que David había muerto y lo enterraron y que su sepulcro estaba entre nosotros hasta el día de hoy. Pero como era profeta sabía que la promesa de Dios de sentar en su trono a un descendiente suyo.
Debemos destacar:
- La voluntad del apóstol Pedro, pues su mensaje fue dirigido a judíos y a los vecinos que eran mayormente gentiles temerosos de Dios, pero no convertidos; además la ciudad llevaba varias generaciones bajo la influencia grecorromana.
- Para la época solo la elite de sabios y sacerdotes hablaban hebreo, mientras que el lenguaje de la mayoría era el arameo, y la versión griega de la Torá era la más popular, luego la mayoría era analfabeta. Ninguno creía en la resurrección de los muertos.
Hermanos, cuando tenemos fe y el Espíritu Santo nos acompaña como al apóstol Pedro, somos capaces de sin temor llevar el mensaje de salvación, con la esperanza (de) que no seremos abandonados en el lugar de los muertos.
En el evangelio de hoy debemos destacar que un hecho tan trascendental para la vida de nosotros los cristianos es anunciada por dos mujeres.
En aquella época las mujeres se encargaban de los quehaceres del hogar y el hombre salía a producir para el sustento de la familia (la sociedad hebrea primitiva como todas la de su tiempo era patriarcal). La mujer ocupaba una posición subordinada a la del hombre; debía sujetarse a la autoridad del hombre.
Todos los discípulos que se nombran en los evangelistas son hombres, lo que simboliza el establecimiento de las 12 tribus, pero también se mencionan varias mujeres que viajaban con el grupo, así como aquellos que apoyaban el ministerio de Jesús. Entre ellas María la madre del maestro, María Magdalena, de quien Jesús expulsó 7 demonios, Juana esposa de Cuza (uno de los administradores de Herodes), Susana, entre otras, que ayudaban con sus propios recursos (Lucas 8,1-3).
Definitivamente las mujeres siempre han tenido papeles protagónicos en la vida de nosotros los cristianos. Siguen dando ejemplos en estos tiempos de radicalidad en la obra de salvación de nuestro Señor Jesucristo; no solo son ayuda idónea en la vida del hombre, también tienen papeles estelares en el sustento de los hogares, en las iglesias y comunidades dan ejemplo de entrega. En todas las actividades eclesiales son mayoría.
Hacemos un llamado a los hombres cabezas de familia y solteros a integrarnos más, para que, juntos y con el poder del Espíritu Santo podamos combatir las amenazas contra la familia y la sociedad.
(Guía Litúrgica)
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