Color: BLANCO

  • Primera Lectura. Hch 7, 51-8, 1a: “Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijando la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios”.
  • Salmo Responsorial: 30, 3cd-4.6ab.7b.8a.17 y 21ab: “A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu”.
  • Evangelio. Jn 6, 30-35:“Señor, danos siempre de este pan”.

Lectura del Libro de los Hechos de los Apóstoles

En aquellos días, dijo Esteban al pueblo y a los ancianos y escribas: «¡Duros de cerviz, incircuncisos de corazón y de oídos! Ustedes siempre resisten al Espíritu Santo, lo mismo que sus padres. ¿Hubo un profeta que sus padres no persiguieran? Ellos mataron a los que anunciaban la venida del Justo, y ahora ustedes lo han traicionado y asesinado; recibieron la ley por mediación de ángeles y no la han observado».

Oyendo sus palabras se recomían en sus corazones y rechinaban los dientes de rabia. Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijando la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y dijo: «Veo los cielos abiertos y al Hijo del Hombre de pie a la derecha de Dios».

Dando un grito estentóreo, se taparon los oídos; y, como un solo hombre, se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo. Los testigos dejaron sus capas a los pies de un joven llamado Saulo y se pusieron a apedrear a Esteban, que repetía esta invocación: “Señor Jesús, recibe mi espíritu». Luego, cayendo de rodillas y clamando con voz potente, dijo: «Señor, no les tengas en cuenta este pecado”. Y, con estas palabras, murió. Saulo aprobaba su ejecución.

Palabra de Dios

R/. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu

Señor, sé la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve, tú que eres mi roca y mi baluarte; por tu nombre dirígeme y guíame. R/.

A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu: tú, el Dios leal, me librarás. Yo confío en el Señor. Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría. R/.

Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, sálvame por tu misericordia. En el asilo de tu presencia los escondes de las conjuras humanas. R/.

Lectura del Santo Evangelio según San Juan

En aquel tiempo, dijo la gente a Jesús: «¿Y qué signo haces tú, para que veamos y creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: “Pan del cielo les dio a comer”».

Jesús les replicó: «En verdad, en verdad les digo: no fue Moisés quien les dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que les da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo».

Entonces le dijeron: «Señor, danos siempre de este pan». Jesús les contestó: «Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás».

Palabra del Señor

“Creo, Jesús mío, que estás presente en el Santísimo Sacramento del Altar; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que vuelva jamás a abandonarte”.

(San Alfonso María de Ligorio).

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