Color: VERDE (BLANCO/AZUL)

  • Primera Lectura. I Sam 1, 1-4.11-12.19.23-27: “Se lamentaron, lloraron y ayunaron hasta el atardecer por Saúl, por su hijo Jonatán”.
  • Salmo Responsorial: 79, 2-3.5-7: “Que brille tu rostro, Señor, y nos salve”.
  • Evangelio. Mc 3, 20-21: “salieron para llevárselo, porque decían que no estaba en sus cabales”.

Lectura del Segundo libro de Samuel

En aquellos días, al volver de la victoria sobre los amalecitas, David se detuvo dos días en Siquelag. Al tercer día, llegó un hombre del campamento de Saúl, con la ropa hecha jirones y la cabeza cubierta de polvo. Cuando se presentó ante David, cayó con el rostro en tierra y se postró. «¿De dónde vienes?», le preguntó David. Él le respondió: «Me he escapado del campamento de Israel”. David añadió: «¿Qué ha sucedido? Cuéntame todo”. 

Entonces él dijo: «La tropa huyó del campo de batalla y muchos del pueblo cayeron en el combate; también murieron Saúl y su hijo Jonatán”.  Entonces David rasgó sus vestiduras, y lo mismo hicieron todos los hombres que estaban con él. Se lamentaron, lloraron y ayunaron hasta el atardecer por Saúl, por su hijo Jonatán, por el pueblo del Señor y por la casa de Israel, porque habían caído al filo de la espada.

«¡Tu esplendor ha sucumbido, Israel, en las alturas de tus montañas! ¡Cómo han caído los héroes! ¡Saúl y Jonatán, amigos tan queridos, inseparables en la vida y en la muerte! Eran más veloces que águilas, más fuertes que leones. Hijas de Israel, lloren por Saúl, el que las vestía de púrpura y de joyas y les prendía alhajas de oro en los vestidos. ¡Cómo han caído los héroes en medio del combate! ¡Ha sucumbido Jonatán en lo alto de tus montañas! ¡Cuánto dolor siento por ti, Jonatán, hermano mío muy querido! Tu amistad era para mí más maravillosa que el amor de las mujeres. ¡Cómo han caído los héroes, cómo han perecido las armas del combate!»

Palabra de Dios

O Bien:

 Lecturas a libre elección del común de la Virgen o el Leccionario de las misas de la Virgen

Salmo Responsorial: 79, 2-3.5-7

R/. Que brille tu rostro, Señor, y nos salve

Escucha, Pastor de Israel, tú que guías a José como a un rebaño; tú que tienes el trono sobre los querubines, resplandece ante Efraím, Benjamín y Manasés. R/.

Despierta tu poder y ven a salvarnos. Señor de los ejércitos, ¿hasta cuándo durará tu enojo, a pesar de las súplicas de tu pueblo? R/.

Les diste de comer un pan de lágrimas, les hiciste beber lágrimas a raudales; nos entregaste a las disputas de nuestros vecinos, y nuestros enemigos se burlan de nosotros. R/.

Lectura del Santo Evangelio según San Marcos

Jesús regresó a la casa, y de nuevo se juntó tanta gente que ni siquiera podían comer. Cuando sus parientes se enteraron, salieron para llevárselo, porque decían que no estaba en sus cabales.

Palabra del Señor

“Creo, Jesús mío, que estás presente en el Santísimo Sacramento del Altar; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que vuelva jamás a abandonarte”

(San Alfonso María de Ligorio).

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