Color: MORADO
- Primera lectura: Dt 30, 15-20 “Elige la vida, y vivirán tú y tu descendencia, amando al Señor, tu Dios, escuchando su voz”.
- Salmo Responsorial: 1, 1-2.3.4-6 “Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor”.
- Lc 9, 22-25: “¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se perjudica a sí mismo?”.
“Jesucristo el Sumo bien, el Camino, la Verdad y la Vida”
Las lecturas de este día nos hacen conscientes de que somos seres creados en libertad. Lo vemos en el pasaje de la creación cuando Dios dijo a Adán y a Eva, “Pueden comer del fruto de todos los árboles excepto del árbol del bien y el mal”. Hoy vemos como se lo dio al pueblo de Israel como mandato, lo instituyó como una ley, ley que todavía hoy permanece viva y eficaz.
Todos tenemos delante el bien y el mal, la vida y la muerte, esta es la muestra de que Dios nos dota de libertad, conciencia y voluntad para decidir. Por ello, da a Moisés la sentencia de que, si su pueblo obedece los mandatos, amando al Señor, siguiendo sus caminos, guardando sus preceptos, mandatos y decretos, vivirá y crecerá; el Señor, le bendecirá en la tierra donde va a entrar para conquistarla.
¿Cuál es la tierra a la que hoy nosotros vamos caminando y queremos entrar? Somos la Iglesia militante que se dirige con miras a la Patria Celestial. Para alcanzar esta meta tenemos que ser como señala el salmista, quien proclama “dichoso” a quien no se desvía por el mal camino, a quien rechaza el mal y la muerte de las que habla la primera lectura; su gozo es la ley del Señor en todo momento, y ¿qué es la ley del Señor sino su Santa Palabra?
Por tanto, meditar su ley y su Palabra día y noche es permanecer en comunión constante con el Señor; es estar conectado con Él. De este modo, nos vamos preparando para cumplir las condiciones necesarias para seguir a Jesús, las cuales nos son dadas por Él mismo en el evangelio de hoy: negarnos a nosotros, saliendo de nuestra zona de confort, cargar con nuestra cruz, identificándola y aceptándola, y luego de esto, podemos tomar la firme y determinada decisión de seguirle.
Seguir a Jesús no es otra cosa más que elegir el bien y la vida que nos prefigura la primera lectura: Jesucristo el Sumo bien, el Camino, la Verdad y la Vida.(Guía Litúrgica)
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