Especial de ADVIENTO

  • Primera lectura. Ap 10,8-11: “Cógelo y cómetelo; al paladar será dulce como la miel, pero en el estómago sentirás ardor”.
  • Salmo responsorial. 118, 14.24.72.103.111.131: “¡Qué dulce al paladar tu promesa!”.
  • Evangelio. Lc 19,45-48: “El pueblo entero estaba pendiente de sus labios”.

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El Evangelio de hoy es continuación del ayer. Jesús entra a su pueblo y decide ir al templo, una estructura majestuosa de su época. Probablemente se emocionará pensando que al ir allí encontraría a la gente en actitud de oración y adorando a Dios. Él iba con esta ilusión. Grande debió ser su sorpresa y decepción al ver lo que encontró: mercaderes haciendo todo tipo de negocios en una instalación cuya función estaba siendo desnaturalizada. El evangelista Lucas nos dice hoy que Jesús tomó acción contra aquellos que hacían de la casa de Dios “una cueva de bandidos” -según las palabras de Jesús-. Lleno de enojo expulsa a los vendedores que irrespetaban la sagrada misión del templo: el encuentro con la presencia de Dios. Esta gente estaba allí haciendo negocios mas no entrando en contacto con Dios. Esto fue lo que provocó la indignación y el coraje de Jesús.

Quizás nos sorprenda conocer este hecho de Jesús de quien siempre tenemos la imagen de persona mansa, humilde y paciente. Lograr que Jesús, látigo en mano, reaccionara de esta manera nos indica lo vergonzoso que era lo que estaba pasando a lo interno del templo de Jerusalén, donde quizás los mismos servidores de esta estructura fueran los principales dueños de los puntos de venta aquí instalados.

Hoy debemos preguntarnos: ¿Con qué actitud estamos yendo nosotros al templo, la casa de Dios, la Iglesia? ¿Voy con actitud de “mercader” o con actitud de tener un encuentro íntimo y personal con Cristo presente en la Santa Eucaristía?

En muchas ocasiones vemos personas que vienen a la misa dominical y podemos decir que están en todo menos en lo que tienen que estar. Da pena y vergüenza ajena personas “chateando” o hablando por el celular en medio de la Celebración, en ocasiones al momento de la consagración del vino y el pan. En esos momentos se convierten y actúan como simples “mercaderes” de los que hoy nos habla el Evangelio… ésos son ¡mercaderes del templo! ¡Ni qué decir de la inadecuada vestimenta de algunas damas!

El mensaje que Jesús hoy quiere dejarnos es que “mi casa es casa de oración” no “cueva de bandidos”. Las actitudes con las cuales vamos al templo es lo que establece la diferencia entre “casa de oración” y “cueva de bandidos”. Si voy a encontrarme con Dios la hago “casa de oración”. Si voy a juntarme con los amigos como un punto de encuentro entonces la estoy convirtiendo en “cueva de bandidos”.

¡Qué Jesús nos dé el entendimiento para estar siempre atento a su Palabra y encontrarnos con Él en el templo! ¡Qué podamos visitarlo más a menudo cuando sea expuesto en el Santísimo Sacramento del Altar!

(Guía Mensual)

Lecturas: Solemnidad Jesucristo, Rey del Universo. Ciclo B

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