Domingo, 19 de noviembre del 2023. I Semana del Salterio
- Primera lectura: Pr 31,10-13.19-20.30-31: La mujer ejemplar, ¿dónde encontrarla?
- Salmo Responsorial: 127,1-5: Comerás del fruto de tu trabajo.
- Segunda lectura: 1Tes 5,1-6: Ustedes son hijos de la luz.
- Evangelio: Mt 25,14-30: Servidor bueno y fiel. Siéntate a la mesa con tu Señor.
Color: VERDE
“Como un ladrón en la noche”
Las lecturas de hoy nos ponen en sintonía con el valor y lema de este mes. El libro de los Proverbios nos refiere al valor de la mujer hacendosa que por naturaleza produce riquezas al marido y con generosidad “abre sus manos al necesitado y extiende el brazo al pobre”.
¡Dichoso el hombre que ha formado una familia con una mujer así!
El salmo de hoy lo confirma: “Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa; tus hijos como renuevo de olivo, alrededor de tu mesa”. Es una hermosa descripción de la unidad en la familia que los lleva a ser honestos en sus relaciones interpersonales. Se respira amor, gozo y paz. Así se vive en la luz de Cristo y nos preparamos para cuando llegue el día del Señor, que llegará “como un ladrón en la noche” pero nosotros estaremos preparados.
El Señor nos ha encomendado y confiado una misión a cumplir desde la vocación a la que cada uno ha sido llamado. Hemos recibido dones y carismas que debemos poner al servicio de los demás para el engrandecimiento del reino de Dios.
El refrán popular dice: “en la viña del Señor hay de todo”. En un extremo nos encontramos con personas laboriosas, responsables, emprendedoras, con gran vocación de servicio y entrega a los demás, y en el otro extremo nos encontramos con personas haraganas, sin iniciativas, temerosas, cómodas, y hasta indiferentes. Tanto a unas como a las otras, Dios, en su infinita misericordia, las ha dotado de talentos y al mismo tiempo les ha confiado una misión que cumplir. Tú y yo no hemos sido ni seremos la única excepción. A ti y a mí se nos han confiado unos talentos con los que estamos llamados a cumplir nuestra misión. No podemos darnos el lujo de derrocharlos ociosamente porque tarde o temprano se nos pedirá cuenta de ellos.
Tú y yo hoy representamos a esos “empleados” de este pasaje del Evangelio; el “hombre” que se fue de viaje representa al Señor, y los “talentos de plata” (moneda griega que se usaba en la antigüedad) representan los dones y carismas que se nos han confiado.
Por el valor que representaban esos talentos, que era mucho dinero, podemos concluir que el Señor ha depositado en cada uno de nosotros bienes incontables. De ti y de mí depende lo que el Señor vaya a hacer contigo y conmigo cuando nos pida cuentas: felicitarnos por ser “empleados fieles y cumplidores” o rechazarnos por ser “empleados negligentes y holgazanes”.
Cuidémonos de ser “cristianos de enterrar” lo que se nos ha entregado para ponerlo al servicio de la extensión del reino de Dios. Qué nuestra actitud ante los talentos confiados por el Señor nos ayude a merecer el reconocimiento por parte de Él y escuchar que nos diga: “sirviente honrado, has sido fiel en lo poco. Pasa al banquete de tu señor”.
(Guía Litúrgica)
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